KENIA
Luos contra kikuyus, un odio más de la desafortunada África
Por J. F. Lamata
2 min
Internacional06-01-2008
El choque entre Mwai Kibaki y Raila Odinga, aparte de la rivalidad política, es heredero de la incapacidad de solucionar una confrontación étnica en 40 años de historia del país que fue artífice de la independencia de África.
La actual violencia en Kenia no sería posible sin el viejo odio de la etnia Kikuyu -a la que han pertenecido los gobernantes hasta el momento- con la etnia luos -especialmente mayoritaria en las zonas más pobres-. Pero éste no es el único problema étnico que ha afrontado la historia de Kenia, donde ha habido tragedias en luchas contra partidarios de la integración con Somalia, los fronterizos con Uganda, o incluso con la etnia paquistaní. Aunque, sin duda, la zona más trágica es la de Rift. El conflicto luos-kikuyus se viene a sumar a los ya conocidos creados por la rápida y casi improvisada independencia de los países africanos a mediados del siglo XX, cuando, como en la Conferencia de Berlín, se dividieron países con regla y cartabón ignorando las diferencias étnicas que Occidente fue descubriendo conforme se producían las brutales tragedias: los hausas y los ibos en Nigeria-Biafra; los hutus y los tutsi en Ruanda; la causa ogoni y los de la República Democrática del Congo desde la caída de Mobutu. Todo ello, sin olvidar los problemas religiosos que también padece Kenia, como demuestran el asesinato del obispo protestante Muge y los atentados perpetrados por Al Qaeda. En esa improvisada independencia africana tuvo mucho que ver el salvaje movimiento Mau Mau, que se inició precisamente en Kenia y que, teóricamente, estaba formado en su mayoría por luos. Los Mau Mau no solo asesinaban a los blancos sino que destrozaban todo a su paso y contaron con la simpatía de buena parte de la población africana. En 1966, Kenia ya era un país independiente presidido por Jomo Kenyatta -kikuyu y educado en una prestigiosa escuela londinense- y con un luo, Jaramogi Odinga -padre del actual opositor-, como vicepresidente. Al poco tiempo, Kenyatta destituyó y encarceló a Odinga. Aunque no fuera más que una mera lucha por el poder, la sombra étnica estaba proyectada. A la muerte de Kenyatta, su vicepresidente, Arap Moi -otro kikuyu- impuso una dictadura de partido único que supo manipular los problemas étnicos y practicó detenciones y ejecuciones de muchos dirigentes luos, aunque Arap Moi también dirigió purgas contra miembros de su propio gobierno. En 1992, el dictador disolvió el sistema de partido único y cinco años después, en las primeras elecciones con garantías, fue derrotado por su ex vicepresidente Kibaki -también kikuyu y que había sido copartícipe de muchos de sus crímenes-, oportunamente converso a la democracia. Pero si Kibaki es el heredero del régimen autoritario de Arap Moi y los kikuyu, Odinga lo es del rencor acumulado durante años por los luos, que se consideran artífices de la independencia del país destronados por los kikuyus.