Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ORIENTE PRÓXIMO

El acercamiento entre Fatah e Israel abre un nuevo panorama en la región

Fotografía
Por Miguel MartorellTiempo de lectura3 min
Internacional29-07-2007

Agosto ha llegado a Oriente Próximo con su principal conflicto, el de Israel y Palestina, en la misma situación en la que lleva desde hace años, estancado. Sin embargo, se han producido ciertos, aunque tímidos, avances en la región que hacen brillar cierta esperanza de resolución. Dentro de la tragedia que supone la partición de Palestina en dos Estados, la salida de Hamas del Ejecutivo palestino podría contribuir a que la solución avance.

Hamas era una carta peligrosa para la Comunidad Internacional, pero al mismo tiempo, una nueva esperanza para el pueblo palestino. Lo segundo por suponer una nueva opción ante la corrupción endémica que afecta a Al Fatah y a la Autoridad Nacional Palestina. Lo primero porque la Comunidad Internacional esperaba que su incorporación a la política sirviera para suavizar sus posiciones. Sin embargo, cuando Hamas ganó por mayoría absoluta las elecciones legislativas de aquel enero de 2006 y se negó a modificar sus estatutos -en los que se incluye la resistencia frente a Israel y en los que se niega a reconocer este Estado como tal- la bomba de relojería que suponía esta facción extremista estalló en la cara de los que esperaban cambios. Estos han llegado, y en cierto modo, quizá indirecto, podría atribuirse este mérito al más que cuestionable papel que ha jugado Hamas en Oriente Próximo. Desde un punto de vista histórico, con perspectiva, es innegable que la presión ejercida por los radicales de Hamas ha dado sus frutos, y que éstos han sido recogidos por los moderados de Al Fatah. Hamas ha llevado a la ruina a Palestina -por el bloqueo económico de la comunidad internacional- y ha hecho de la Franja de Gaza un dominio independiente de la ANP, pero su presencia en la estructura del Estado palestino ha obligado a Israel y a Estados Unidos a reconocer a Al Fatah y al presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, como único interlocutor válido. Con las reservas que hacia Abu Mazen tenían tanto EE.UU. como Israel disipadas, Abbas es consciente del relevante papel que le ha tocado jugar y ha hecho esfuerzos por llevar a Hamas a la moderación y poner orden en la Franja de Gaza. Sin embargo, el control de las Fuerzas de Seguridad palestinas sigue jugando un papel demasiado importante en la región y las disputas entre facciones por su dominio han llevado a Palestina al caos. Ni siquiera el Gobierno de unidad que ideó Abbas para tratar de aliviar la situación funcionó, por esas disputas, y porque el primer ministro siguió siendo Ismail Haniya, de Hamas. Ni Israel ni Estados Unidos estaban dispuestos a entablar conversaciones con un militante del Movimiento de Resistencia Islámico, aunque éste fuera elegido democráticamente en las urnas por el pueblo palestino. Sin embargo, Abbas y el primer ministro israelí, Ehud Olmert, parecen decididos a buscar una salida al conflicto. Ambos se han reunido en varias ocasiones, pese a que cada gesto de Israel hacia el presidente de la ANP sólo ha servido para desestabilizarle a ojos de los palestinos que consideran a Israel un Estado ilegítimo e invasor. El gran logro de Abbas ha sido conseguir los fondos necesarios para reactivar la economía palestina. Aún así, queda por solucionar el Estado de excepción que hoy por hoy supone la Franja de Gaza, gobernada y controlada por Hamas y donde Al Fatah no tiene capacidad de actuación. Sólo la base social que en su día sustentó a un Movimiento de Resistencia Islámico -que ganó las elecciones gracias a su gran trabajo popular en Gaza- ayudará a Abbas en esta tarea. Los avances son, expuestos los hechos, tímidos, pero pueden percibirse en pequeños gestos y anécdotas que podrían ser síntoma de un futuro mejor para Palestina. El último de ellos, un informe sobre la situación realizado por la propia ANP, en el que la palabra resistencia, que ha sido incluida en todos los documentos oficiales sobre el asunto desde la era de Yasser Arafat, ha desaparecido.