ORIENTE PRÓXIMO
Claves del conflicto palestino-israelí: La ¬Hoja de Ruta¬
Por Miguel Martorell
2 min
Internacional29-07-2007
El 10 de abril de 2002 representantes de Estados Unidos, la Unión Europea, Naciones Unidas y Rusia abrieron un foro de debate sobre Oriente Próximo en Madrid para dar solución a un conflicto que se prolongaba desde mediados del siglo XX. Surgiría así la Hoja de Ruta, un documento en el que se fijaría un plan de acción para la región, centrado especialmente en Israel y Palestina, y con el que se pretendía llegar a una paz duradera en la zona más convulsa del planeta.
"Sólo se alcanzará una solución al conflicto palestino-israelí a través del fin de la violencia y el terrorismo, cuando el pueblo palestino tenga una dirección que actúe con decisión contra el terror y tenga voluntad de construir una democracia activa basada en la tolerancia y la libertad; a través de la disposición de Israel a hacer lo necesario para que se establezca un Estado palestino democrático; y con una clara e inequívoca aceptación por ambas partes de la meta de un arreglo negociado". La exposición de motivos que se realiza en la Hoja de ruta para una solución permanente al conflicto palestino-israelí basada en dos Estados es reveladora en cuanto a las pretensiones del Cuarteto en Oriente Próximo. El principal objetivo queda plasmado tanto en ese fragmento como en el título del plan de acción: “el establecimiento en Palestina de dos Estados capaces de convivir pacíficamente.” Tres eran los plazos que debían cumplirse para la resolución del conflicto en Oriente Próximo: hasta mediados de 2003 debía ponerse fin al ciclo de violencia que ha vivido la región desde el establecimiento del Estado de Israel, llegar a una normalización de la vida de los palestinos y congelar el proceso de colonización de los territorios ocupados por parte de Israel. Así, a finales de 2003 se iniciaría el proceso de reconstrucción del Estado palestino a través de la aprobación de una Constitución y con el establecimiento de unas fronteras provisionales que serían acordadas en una conferencia internacional. Una vez dado este paso intermedio, entre 2004 y 2005 se solucionarían los temas adyacentes al conflicto, los refugiados palestinos, el estatus -siempre polémico- de Jerusalén y los asentamientos hebreos, así como la celebración de una segunda Conferencia internacional de paz que pusiera fin al enfrentamiento, también diplomático, de Israel y Palestina. Evidentemente, ninguno de estos plazos se ha cumplido. La negativa de ciertas facciones palestinas a aceptar a Israel como un Estado propio y la política de mano dura que en la región han llevado a cabo tanto EE.UU. como sus aliados israelíes dejó en permanente estado de congelación la Hoja de Ruta, que se ha convertido en estos años en un simple documento al que apelar en los años difíciles. Tanto es así, que no son pocos los que dan por muerto dicho documento –entre ellos el propio ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Angel Moratinos- y abogan por volver a empezar un nuevo acuerdo dialogado entre las partes en contienda que, si bien debería acoger el espíritu de la Hoja de Ruta, tendría que aportar nuevas vías para salir del estancamiento que vive la región.