TENIS
Justine Henin: la ambición que superó la adversidad
Por Álvaro Heralta
4 min
Deportes10-06-2007
Justine Henin es una luchadora nata. A lo largo de su vida ha pasado por todo tipo de problemas personales. Pero su carácter le ha permitido sobreponerse siempre a las contrariedades hasta convertirse en la número uno del mundo y ganar su cuarto Roland Garros.
“Mi último pensamiento, quizás el más bonito, va al cielo, pienso en vosotros que me protegéis y creo que siempre estáis conmigo". Con estas palabras, Justine Henin recordó, tras la final de Roland Garros, a su madre, fallecida en Marzo de 1995, cuando la tenista belga contaba con doce años. En 1992, mientras veía el torneo parisino, la pequeña Justine prometió a su progenitora que algún día sería ella la que estuviera en la pista central y la que lo ganaría. Con 25 años no sólo ha cumplido esa promesa, sino que ha entrado en la historia del tenis al alzar su cuarto Roland Garros. Nacida un 1 de Junio de 1982, en Lieja (Bélgica), Justine despuntó de niña como jugadora de fútbol y de tenis. Finalmente decidió colgar las botas y se decantó por la raqueta. La decisión la tomó tras haber mejorado su técnica, al unirse a la federación francesa de tenis y, después de haber dejado ésta, haber participado en un programa privado en el club de Géronsart. 1995 fue un año muy duro para ella por la pérdida de su madre. Ese mismo año conoció a su actual entrenador, Carlos Rodríguez. Dos años más tarde, en 1997, tras ganar el Roland Garros en categoría júnior, decidió dejar los estudios para dedicarse únicamente al tenis. En 1999, compitió por primera vez con la selección belga en la Copa Federación y ganó su primer torneo como profesional: el Abierto de Bélgica. La temporada de 2000 no fue muy buena para Henin, ya que las lesiones, que le han perjudicado mucho a lo largo de su carrera, aparecieron por primera vez. Además, pasó por varios problemas familiares. Su entrenador y Pierre-Yves Hardenne, su futuro marido, la animaron a que se distanciara de su padre, José Hénin, ya que éste, según ella, no entendía su ambición por convertirse en la número uno. También rompió vínculos con sus hermanos. Pese a esta inestabilidad en su vida personal, en 2001 ganó tres torneos y se dio a conocer ante el gran público tras caer en semifinales de Roland Garros y en la final de Wimbledon ante Venus Williams. No fue lo único que perdió, ya que su abuelo materno falleció el mismo día que disputaba el partido por conquistar el torneo inglés. En 2002, acabó de explotar, pues consiguió ascender al cuarto puesto de la clasificación de la WTA. Y un año después logró sus dos primeros Grand Slam. En junio se alzó en París con la Copa Suzanne Lenglen tras vencer a su compatriota Kim Clijsters y cumplir así la promesa que le había hecho a su madre cuando tenía diez años. Meses después, volvió a ganar a Clijsters en la final del Abierto de Estados Unidos y acabó el año en el primer puesto de la WTA. Repitió éxito en el Abierto de Australia de 2004. Pero, a mediados de año, una enfermedad provocó que cayera en segunda ronda cuando defendía título en París. Tras esto, decidió reservarse para los Juegos Olímpicos de Atenas y no disputó ningún torneo más hasta la cita olímpica. Le salió bien puesto que consiguió la medalla de oro después de vencer a Amélie Mauresmo en la final. Henin parecía haber superado con éxito sus dolencias. Pero no. Tras caer en cuarta ronda en el Abierto de Estados Unidos, le detectaron mononucleosis y tuvo que dejar las pistas durante un tiempo. Su espíritu guerrero propición que en 2005 y 2006 volviera a hacerse con el Roland Garros. A estos títulos le añadió el de Campeona de la UNESCO por su lucha contra el dopaje y el reconocimiento por tercera vez como deportista del año en Bélgica. Lideró durante 46 semanas el ránking de la WTA, de mediados de Noviembre de 2006 hasta finales de Enero de 2007. Perdió el primer puesto debido a que no pudo competir durante un tiempo debido a problemas en el divorcio con su marido. Sin embargo, su ambición le llevó, otra vez, a superar la adversidad: recuperó el primer puesto e igualó a Mónica Seles como única tenista que había conseguido ganar en tres ediciones consecutivas la cita francesa. Justine ahora es feliz, también por su victoria fuera de las pistas, la que ha llevado a los Henin a volver a ser una familia unida y olvidar las diferencias que tuvieron en el pasado.