IRÁN
Irán: La batalla de la propaganda
Por Miguel Martorell
2 min
Internacional08-04-2007
Qué buscaba Teherán con la captura de los 15 militares británicos parece claro, reafirmar su posición de poder frente a Occidente, al menos en su territorio, y, posteriormente, obtener cierto trato de favor por parte de Londres. Sin embargo, las intenciones de su campaña de propaganda en toda esta crisis diplomática no acaban de estar del todo clara.
Desde el primer momento, Teherán se esforzó por trasladar al mundo el estado de los militares detenidos. De ahí las primeras grabaciones que mostraban a los soldados comiendo y despreocupados, imágenes que contrastaban con la presión psicológica que denunciaron a su llegada a Londres los militares. Con la emisión de esas grabaciones, Irán no sólo se garantizaba que Londres no actuaría a la brava por la captura de sus militares y tuviese garantías de que estaban vivos, sino que se sirvió de ellas como elemento de cohesión interna: Habiendo un enemigo fuera, los problemas dentro no se aprecian tan graves. Además, Teherán garantizaba con ellas una imagen menos cruel de su régimen, al mostrar a los soldados alimentados y tranquilos. Pero, al mismo tiempo, introducía en esa propaganda elementos de presión al Gobierno de Tony Blair. Primero, mediante la carta de la soldado británica, posteriormente en las explicaciones de otro militar sobre dónde se produjo la detención, el hecho de que uno de ellos reconociera que “habría que empezar a sacar las tropas de Iraq” y que todos ellos reconocieran su error al invadir aguas iraníes. El siguiente paso de ese mensaje mixto fue el anuncio de su liberación, que llegó nada menos que de boca del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, durante una rueda de prensa preparada al efecto. Con los 15 militares vestidos de civil, el presidente se declaró “apenado” por la falta de “valentía” de Londres y saludó uno por uno a los detenidos. Atrás parecían quedar las manifestaciones frente a la Embajada británica que pedían la muerte de los capturados y los ataques a las instalaciones cuando Ahmadineyad y los soldados intercambiaban sonrisas y apretones de manos en su despedida y el presidente iraní calificaba su liberación como un “regalo al pueblo británico”. Una vez en Londres, se giraron las tornas y fue Reino Unido quien puso en marcha su maquinaria de propaganda. Aunque normalmente el personal militar no tiene permitido vender sus casos a la prensa, esta vez sí será posible por “circunstancias excepcionales”. De hecho, ya hay varios medios dispuestos a pagar sumas millonarias por cada una de las 15 experiencias de los militares, pese a que la decisión ha levantado polémica en el Ejército y en el partido conservador británico por el peligroso precedente que sienta esta decisión.