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TERRORISMO

El islamismo radical se hace fuerte en el norte de África

Fotografía
Por Miguel MartorellTiempo de lectura2 min
Internacional18-03-2007

Los gobiernos del norte de África permanecen alerta. El islamismo radical está cobrando mucha fuerza en los últimos meses y se teme que la amenaza terrorista vaya en aumento en la región. Las ciudades del Magreb se están convirtiendo en el fermento de yihadistas de todo tipo y Al Qaeda se encarga de apadrinar a los diferentes grupos que utilizan la violencia como forma de reivindicación de sus teorías radicales. Marruecos, Argelia y Túnez, parecen estar en el punto de mira del yihadismo.

Cuando, hace ya seis meses, el Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC) se proclamó “vasallo del león del Islam”, que no es otro que el terrorista Osama bin Laden, todas las luces rojas se encendieron en Marruecos. Al Qaeda no tardó en responder con beneplácito al nuevo estatus de los terroristas argelinos. A través de un comunicado, Bin Laden autorizó la rebautización del GSPC como Al Qaeda del Magreb Islámico para “ilustrar la autenticidad del vínculo entre los muyahidin en Argelia y sus hermanos de Al Qaeda”. También el número dos de la organización terrorista, Ayman al Zawahiri, daba la bienvenida a los terroristas argelinos. El lugarteniente de Bin Laden animó a los miembros del GSPC a convertirse “en un hueso atravesado en la garganta de los cruzados norteamericanos y franceses”. Así, el líder del grupo, Abu Musab Abdulwadud, hizo realidad su deseo de convertirse en una suerte de Abu Musab al Zarqaui -antiguo líder de Al Qaeda en Iraq- en el Magreb. Aunque los gobiernos del norte de África tratan de restarle importancia a este fenómeno, lo cierto es que imanes salafistas y neosalafistas predican sus enseñanzas del odio y reclutan a jóvenes bajo la promesa de un pase VIP al reino de Alá en las ciudades del Magreb. Recientemente, Túnez admitió que un grupo salafista desarticulado recientemente pretendía atentar contra embajadas occidentales en su país. En Argelia, el terrorismo islámico se ha cobrado en las últimas semanas 16 vidas, entre ellas las de siete gendarmes y una ciudadana rusa. Sin embargo, la principal preocupación para Occidente no es que estos grupos se transformen en factores de desestabilización en los países o que cobren suficiente fuerza como para llegar al poder. Los servicios secretos occidentales alertan de que los reclutamientos y las acciones se están moviendo en dirección a Europa. “La tarea del GSPC consiste en reclutar gente en Marruecos y Túnez, entrenarles y devolverles a sus países de origen o a Europa para perpetrar ataques”, advertía recientemente el juez antiterrorista francés Jean-Louis Bruguière. También el Real Instituto Elcano avisaba hace unas semanas de que Ceuta y Melilla se estaban convirtiendo en símbolos para el terrorismo islamista. Las ciudades autónomas españolas se habrían convertido en objetivos de “liberación” para los terroristas, que con su “reconquista” iniciarían lo que empieza a ser una reivindicación muy seria en Al Qaeda: la recuperación de Al Andalus. Si bien estas pretensiones no pueden derrocar a un gobierno del Magreb, países más al Sur, como Mauritania, Níger y Malí no están preparados para una amenaza semejante y pueden acabar convirtiéndose en escuelas de yihadismo.