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ATENTADO

El honroso delito de ser demócrata

Por La SemanaTiempo de lectura1 min
España06-05-2001

Quizás esté orgulloso y ufano, borracho de satisfacción macabra. Quizás fanfarronea con sus colegas, los del pasamontañas y la pistola. Pues sí. Ha sido capaz. Iba el hombre caminando por la Calle Princesa, contento, de la mano de su hijo porque iban los dos juntos al estadio de la Romareda a ver a su equipo, el Zaragoza, jugar con el Numancia. Y ha sido capaz de hacerlo.

En un país como España, obligar a un chico a una cosa así, a cargar con semejante recuerdo de infancia toda la vida es... desgraciadamente tercermundista, condenadamente primitivo. No hay porqués. No hay razones suficientes para justificar semejante crimen. Cualquier asesinato, cualquiera. Pero castrar la juventud de un niño de semejante forma... Se preguntará de qué es culpable su padre, su padre Manuel, Manuel Giménez Abad, que nació en Jaca hace 52 años, que ha pasado una vida entera dedicada a la política y a la Administración. Sólo hacía tres meses le habían encomendado la misión de ser presidente del Partido Popular de Aragón. Desde 1977 en la política ¿Es que es delito haber sido secretario general técnico del Ministerio de la Presidencia? ¿O haber trabajado en la Presidencia del Gobierno de Aragón? ¿Haber sido Letrado Mayor de las Cortes de esa Comunidad? ¿Haber estudiado Derecho? ¿Ser senador? ¿Haberse dedicado a una profesión al servicio del pueblo, de sus conciudadanos? La semana pasada acompañaba Manolo a Carlos Iturgaiz, el presidente del PP en el País Vasco, cuando éste fue a pedir para su partido el voto de los vascos en Aragón. "¿Cómo es que no llevas escolta?", le preguntó Iturgaiz. "Bastante lío tengo ya con el Plan Hidrológico Nacional como para pensar en llevar escolta". ¿Acaso su delito fue no llevar escolta? ¿Acaso la honra de ser demócrata puede ser un delito?