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IRAQ

Inquietud y máxima tensión tras la muerte de Sadam

Por J. F. Lamata MolinaTiempo de lectura3 min
Internacional07-01-2007

¿Existe algo en lo que puedan estar de acuerdo Bush y el iraní Ahmadineyad? Sí, la muerte de Sadam. Nadie se atrevería a cuestionar los crímenes del ex mandamás de Iraq y su corte de aduladores, como tampoco nadie dudaría que la desaparición física del tirano no haría sino desembocar en más violencia.

Realmente los norteamericanos lo único que hicieron es dejar el asunto en manos del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, que, en la práctica era como entregarlo a la muerte. Al Maliki no habría olvidado que en 1980 fue él el condenado a muerte por el Gobierno de Sadam y aunque logró escapar a Irán, no corrió la misma suerte que todos sus compañeros. Más de 80 personas han perdido la vida desde la muerte de Sadam Husein en atentados realizados, en su mayoría por suníes o bien por los restos de las milicias Baaz que dirige el fugado Al Duri, que ya ha declarado a su líder Sadam como un mártir al que hay que vengar. La mayoría de gobiernos europeos lamentaba que el dictador hubiera muerto y mostraban sus preferencias por la cárcel, mientras que Libia declaraba “luto oficial” (el extraño comunismo panarabe de Gadafi tenía cierta similitud con el de Sadam) y El Vaticano protestaba oficialmente. Por su parte, el ministro de Interior iraquí anunció a comienzos de la pasada semana la detención del “filtrador” de las imágenes del ahorcamiento de Sadam Husein y su cadáver. Como se suponía, fue uno de los guardias que lo filmó con su teléfono móvil y que, según se ha dicho “será castigado”. No es la primera vez que ocurre un incidente así, durante su estancia en la cárcel fueron filtradas por todo el mundo unas imágenes de Sadam Husein en calzoncillos. Los otros ahorcamientos Los que en estos momentos estarán pasando sus horas bajas son los compinches de Sadam Husein que podrían seguir el camino de su antiguo jefe. Dos de ellos ya han sido condenados a muerte en la horca en el mismo proceso que Sadam son Barzan Ibrahim al Tikriti y el magistrado del Tribunal iraquí Awad Hamed. La ejecución de éstos estaba prevista para el jueves, sin embargo fue aplazada ante la repulsa general por la muerte de Sadam. Otros ex dirigentes iraquíes que también corren el riesgo de acabar con la soga al cuello son Taha Yasín Ramadán, ex vicepresidente de Iraq, que ha sido condenado a cadena perpetua en el proceso por Duyail, pero que podría ir directo al patíbulo por su responsabilidad en la guerra de Kuwait y la represión a los chíies y, también, Ali Hasan al Majid el químico, que gaseó a la población kurda de Halabja. Dictadores y genocidas nunca encarcelados La historia ha demostrado que los gobiernos son incapaces de encarcelar a un ex dictador o genocida. O se les deja en paz como en Chile, donde nunca existió voluntad real de encarcelar a Augusto Pinochet por parte de la Justicia chilena o en Argentina donde todos los condenados fueron indultados al poco tiempo. O bien se produce una transición violenta y mueren linchados bajo escarnio público, como Sadam Husein, el rumano Nicolae Ceaucescu, el guineano Francisco Macías, el etíope Hallie Selasie, el centroafricano Bokassa y el italiano Benito Mussolini. Pero la realidad es que son nulos los casos de un ex dictador encarcelado en su país por los crímenes cometidos. El Tribunal Penal Internacional (órgano no reconocido ni por EE.UU., ni por Rusia) aparecía como la principal esperanza de corregir ese error: Slobodan Milosevic podría haber estrenado ese hecho histórico, pero falleció antes de escuchar su condena.