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EL REDCUADRO

El dueto con Don Niceto

Fotografía
Por Antonio BurgosTiempo de lectura4 min
Opinión10-12-2006

Las psicofonías no quedaron en aquellas cintas que los ufólogos, parapsicólogos y argumosas varios grababan con las voces de la Raimunda en el Palacio de Linares, hogaño Cabo Kennedy para el lanzamiento de negocietes de los intelectuales orgánicos del régimen. Seguimos en la España de las psicofonías. Aquí todo consiste en no dejar a los muertos en paz. Tener un buen muerto es como poseer un paquete de acciones del Ibex 35. Por no hablar de los muertos de los dos bandos de la guerra civil, en la que todavía, qué pena, cuando todo estaba olvidado por la suprema reconciliación de la Transición, resulta que los que vienen de enterrar a Calvo Sotelo se siguen cruzando con los que vienen de enterrar al Teniente Castillo, triste Almudena de sesión continua. En la que, por cierto, sé yo de un tío que se ha hecho mucho más rico potrico de lo que era publicando esquelas de los fusilados por los rojos en Paracuellos del Jarama. Anda que no son rentables ni nada los muertos en España... España es el noveno país industrial del mundo no por los coches de patente extranjera que fabricamos para la exportación, sino por la Industria del Centenario del Muerto Importante. Esto es como un constante Día de Difuntos, donde si sales de los hijos secretos de un famoso muerto es porque te meten en los amantes públicos y conocidísimos de una popular extinta. En España, el país de los grandes entierros, hasta que no te mueres no eres nadie. Y si eres alguien al día siguiente de tu entierro, ni te cuento en el cabo de año, o en los centenarios, cincuentenarios y sesquicentenarios. Eso es un dinero. Pero nada como la moda de las repugnantes psicofonías con los cantantes muertos. Puse la otra noche TVE y emitían uno de esos horrores sin museo a los que llaman galas. Vi con tristeza que sonaba el «standard» más conocido de mi querida y recordada Rocío Jurado: «Como una ola». Iba a hacer lo que siempre cuando sacan una grabación de Rocío por televisión: cambiar de canal. No resisto verla. Me resisto a creer que ha muerto. Para mí sigue estando viva, y me parece que voy a descolgar el teléfono y voy a oír el eterno surtidor de su risa... «Y una fuente enmedio con un surtidor», ¿no? Bueno, pues el surtidor y la fuente de ese patio salpicao de flores de «Rocío, ay, mi Rocío» es la risa chipionera de la Jurado. A lo que iba. Que pongo TVE, sale un escenario, sobre el escenario una pantalla y en la pantalla, como en lo de Sevilla, la casa, la ventana y la niña, el ay, corazón de La Voz de Rocío cantando «Como una ola». Mas para mi perplejidad y el revuelto sin espárragos de mis tripas, resulta que no es que rindan homenaje a Rocío proyectando el vídeo de su canción en algún recital memorable, sino que una niñata (pelada entre lo garsón y la rata que iba recogiendo colillas por la calle Las Sierpes) se pone como todas (y todos) a hacer una rentable psicofonía con la Jurado, ¡atreviéndose a cantar a dúo con ella el Como una ola»! ¿Pero quién es esta niñata para atreverse a cantar con la difunta Rocío, a estropear el recuerdo de la perfección de su canción? En España todo vale para meter cabeza en los Cuarenta Principales. Para que un disco suene, no sólo se hacen grabaciones de dúos y duetos, a modo de cameos musicales, con un famoso que se presta. Es que a los muertos se les toma por el pito de un sereno y cualquiera se atreve a entrometer su voz por medio de una grabación clásica, que está en el recuerdo de todos los que la escuchan. Aparte de una utilización lamentable de los difuntos, me parece una falta de respeto para la obra de arte, un atentado contra el Patrimonio Artístico. Igual que si se le pintaran unos bigotes a Las Meninas o un bikini a la Maja Desnuda de Goya. Y algunas hay que en esta moda de los dúos con los difuntos hasta se atreven a mercadear con las canciones monumentos nacionales de sus señoras madres. Y si todo al menos quedara en la canción... Pero la moda de los duetos con los difuntos es tan fuerte que ahí tienen al tío: Rodríguez Zapatero ha cogido la letra de la Constitución de 1931 y quiere grabar un dueto con la voz de ultratumba de don Niceto Alcalá Zamora. «El dueto con don Niceto» suena a lo que en verdad es esta moda de rentabilizar a los muertos, manipulándolos: una macabra chirigota.