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IRAQ

El informe que podría cambiar la política de EE.UU. en Iraq

Por Salvador Martínez MásTiempo de lectura2 min
Internacional10-12-2006

Ni los hechos violentos, ni el estado de opinión que ha generado en EE.UU. la difusión del caos que acontece en Iraq –un 27 por ciento de los estadounidenses piensa que la “segunda guerra del golfo” puede ganarse– han cambiado la posición de la Administración Bush respecto de Iraq.

Del mismo modo, a finales de la semana pasada se estimaba poco probable que tenga efectos sobre la estrategia de EE.UU. respecto de ese país el informe sobre la situación en Iraq elaborado a instancias del Congreso por la comisión de diez “sabios”, cinco representantes del Partido Republicano y otros cinco del Partido Demócrata. James Baker, secretario de Estado estadounidense entre 1989 y 1992 y arquitecto de la política medio oriental de la Presidencia de Bush padre, presentaba la semana pasada el resultado de su esfuerzo investigador codirigido junto al demócrata Lee Hamilton como: “Una estrategia diseñada para tratar los problemas a los que hacemos frente en Iraq y también a los problemas existentes en Oriente Medio”. El objetivo es “restaurar la credibilidad estadounidense en esa región del mundo”, dijo. El documento contiene 79 recomendaciones estructuradas en dos enfoques, uno interno y otro externo. Desde el punto de vista interno, los problemas iraquíes giran en torno a “la ausencia de reconciliación nacional”, circunstancia que aparece descrita en el texto como “la causa fundamental de la violencia” que azota el país. En el ámbito exterior, el informe plantea que la guerra que buscó sin éxito la democratización y liberación iraquí ha entreabierto la caja de Pandora de los conflictos en Oriente Medio. De ahí que exija una “ofensiva diplomática”. “Iraq no puede normalizarse de manera efectiva si está aislado de los problemas mayores y cuestiones de interés de la región” porque “todos los temas claves del Medio Oriente –el conflicto árabe-israelí, Iraq, Irán, la necesidad de reformas políticas y económicas, extremismo y terrorismo– están inextricablemente ligados”, asegura el documento. El presidente George W. Bush ha asegurado que se tomará “muy en serio” los resultados expuestos por la comisión. Sin embargo, los hay quienes manifiestan dudas razonables sobre que, por ejemplo, la Administración Bush vaya a tomar medidas que acerquen diplomáticamente a EE.UU. de países como Siria e Irán, algo que explicita el texto de la comisión Baker-Hamilton. Denis Ross, el negociador estadounidense para Oriente Medio que estuvo al servicio de Baker, asegura que proceder a través de la negociación no es propio del Gabinete de Bush porque, dice, éste “nunca ha sido negociador”. Tampoco hay que perder de vista cómo funcionan las instituciones en Washington. El periodista de Newsweek, Michael Isikoff autor de Hubris: The incide Store of Spin, Scandal and the selling of the Iraq war junto David Corn, del semanario The Nation, afirma que estaría “muy sorprendido de ver que Bush adopta el contenido del informe”. Según Isikoff, “es demasiado atrevido pensar que vayan a adoptarse las conclusiones de una comisión que no ha sido designada por el presidente y que reescribe la política exterior de la Administración. Así no funciona el Gobierno de EE.UU.”