TOROS
El vecino del quinto
Por Almudena Hernández Pérez2 min
Espectáculos06-05-2001
A ver quién es el listo que regala la entrada de rejones al vecino del quinto si torea Hermoso de Mendoza. A ver. A muchos aficionados los rejones ni fu ni fa. Al segundo se aburren, porque todo parece igual, dicen. Decían. Don Pablo -habrá que darle título nobiliario a este paso- montó la marimorena, otra vez, el domingo en Sevilla.
Pablo Hermoso de Mendoza busca un sitio de más categoría para el toreo a caballo. Está vendiendo caro el rejoneo. Que no es sólo técnica, doma, conocimiento del toro, alegría, arte, pellizco, seriedad o inspiración. Es más, y es acople, unidad perfecta. Casi ná, que dirían por Sevilla. La que ha montado este norteño que enciende los tendidos y torea a la grupa como si de muleta se tratase. Ole, y pobre el vecino del quinto, pobre. De vez en cuando manda Dios un genio para que sepa el hombre lo que es una aproximación a la Belleza, la Perfección. El otro día, el domingo 6, en la matinal de rejones de La Maestranza, se despedía del coso Javier Buendía, que un puñado de veces ha cruzado en volandas la Puerta del Príncipe. No se abrió para él ni para el triunfador Hermoso porque era harto difícil obtener los trofeos suficientes para la puerta del Príncipe lidiando un solo toro. La otra sí se abrió, que también es puerta importante. Debajo de los latidos del triunfo a caballo, el albero palpitaba aún por el valor que dejó en el ambiente Pepín Liria el sábado, que cortó dos orejas a los de Cebada Gago, y el de Juan José Padilla (que cortó oreja y fue cogido el domingo), que en La Maestranza sí anduvo acertado después que en Las Ventas despachase a Malagueño, el toro de Adolfo Martín que ganó el concurso de la goyesca de la Comunidad de Madrid del día 2. Antes, en Sevilla, José Tomás asomó los muslos a la temeridad y ganó también una costura en la piel. Fue el lunes 30, una vez que le dio tiempo a poner La Maestranza en vilo y los olés por las nubes. Estuvo aromático y limpito Ortega Cano también en esta tarde, que se lidiaron los de Juan Pedro. Finito de Córdoba hizo lo propio -y bastante bien- el día 2, con la de Victoriano del Río, y El Juli echó el corazón por el precipicio del riesgo. Toreó, con todas las letras, a los de Parladé y sumó dos orejas. Y nada de esto -ni a pie ni a caballo- pudo verlo el vecino del quinto, caramba.