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PÍLDORA DEL DÍA SIGUIENTE

El debate ético

Por Óscar CasanovaTiempo de lectura2 min
Sociedad01-05-2001

El presidente de la Asociación de Farmacéuticos Católicos (colectivo que agrupa a unos 400 profesionales), José Carlos Areces, ha anunciado, que se acogerán a la cláusula de conciencia para no dispensar el anticonceptivo hormonal levonorgestrel, comúnmente conocido como la "píldora del día después".

Esta asociación respaldó así la instancia efectuada recientemente por la Conferencia Episcopal a médicos y farmacéuticos, para que se acojan a la objeción de conciencia y no receten ni dispensen este fármaco. Areces coincide con los obispos españoles en que este preparado "es abortivo en cuanto su fin último es impedir la concepción". Además, considera que su profesionalidad no les permite "ofrecer un producto dirigido a lapidar la vida". "No hemos sido formados para eso", subrayó. El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (órgano que representa oficialmente a estos profesionales), en un informe publicado recientemente sobre este fármaco, lo describen como un método anticonceptivo "sólo indicado para situaciones de emergencia y, por tanto, no aconsejable para la mayoría de las mujeres en condiciones habituales". Desde Sanidad se recuerda que esta píldora en ningún caso es abortiva, ya que si la mujer que la solicita está embarazada, continuará estándolo aunque consuma esta gragea. En la misma línea se manifestaron portavoces de los dos laboratorios que comercializarán este fármaco, Schering España y Alcalá Farma: "Estas grageas lo que hacen es impedir que el espermatozoide fecunde al óvulo. Si la mujer está embarazada sus componentes no actúan contra la fecundación". El tratamiento se compone de dos grageas. La primera se deberá consumir ante de las 72 horas posteriores al coito, mientras que la segunda se tomará doce horas después de que se administre la primera. El grado de eficacia depende precisamente de cuándo se tome la mujer la primera pastilla. Sanidad advierte que este fármaco no se puede utilizar como un método anticonceptivo habitual, sino solamente "en caso de emergencia". La Iglesia asegura que lo deseable es que este "problema" -los embarazos juveniles- se "solucione de otra manera y no eliminando vidas inocentes". Y propuso una verdadera educación afectiva y sexual que evite estos casos. De momento, un reciente estudio ha detallado que España es el segundo país de la Unión Europea con más embarazos de menores, con una media de 18.000 al año.