FÚTBOL
Un título para redimir el fatalismo histórico ‘culé’
Por LaSemana.es3 min
Deportes17-05-2006
Hasta que al son de Ronaldinho de Assis, su samba y su sonrisa, el Barça confirmó el triunfo de un estilo en Europa, sólo la carga simbólica del gol de Ronald Koeman en Wembley había permitido al cñib disimular un currículum demasiado escueto en la Copa de Europa. Aún hoy muchos jugadores se sorprenden cuando constatan que la institución únicamente contaba con una Liga de Campeones. El club azulgrana es el que más Copas del Rey ha ganado, 24, y también más Recopas, un total de cuatro. Estos hitos ratifican su carácter competitivo y su capacidad de movilización en las finales.
La dificultad que ha tenido históricamente para manejarse en el día a día condicionó, históricamente, su participación en el máximo torneo continental, hasta que con el cambio de formato y la introducción de las liguillas se ha abierto. Porque en los últimos quince años, el Barcelona ha disputado tres de sus cinco finales de la Copa de Europa. En total ha perdido tres, aunque la disputada en Wembley acabó con el fatalismo azulgrana y selló un doblete histórico que, hasta ahora, nunca se había repetido. El triunfo contra el Sampdoria marcó el punto álgido del Dream Teamm del mismo modo que dos años más tarde, la derrota en Atenas marcó el punto final del modelo de Johan Cruyff. Entre una y otra quedan dos finales más, presididas por la desdicha y la incapacidad para responder al cartel de favorito. El Barça fue incapaz de marcar un gol, ni siquiera en la tanda de penaltis, al Steaua de Bucarest. La final de 1986, en Sevilla, se resolvió en una tanda inédita, en la que sólo se marcaron dos goles. Aunque Francisco Javier Urruticoechea, Urruti, detuvo los lanzamientos de Mihail Majearu y Marius Lacatus, José Ramón Alexanko, Ángel Pedraza, Ángel Pichi Alonso y Marcos Alonso se estrellaron ante Ducadam. Y los postes cuadrados del Wankdorf Stadion de Berna le jugaron una mala pasada contra el Benfica, en 1961, en la final más llorada, pues el Barcelona tenía la ocasión de tomar el relevo al Real Madrid de Alfredo di Stéfano y Paco Gento. Casi todas las derrotas en las finales desencadenaron reacciones tormentosas y estuvieron precedidas de situaciones conflictivas. Luis Suárez fue traspasado al Ínter de Milán después de perder en Berna, mientras que a figuras como Antonio Ramallets y Ladislao Kubala se les dio finiquito. Bernd Schuster desafió al club tras salir por piernas de Sevilla, mientras que Andoni Zubizarreta y Michael Laudrup pagaron los platos rotos de la goleada de Atenas. Incluso la final de Wembley estuvo condicionada por la intervención de José Luis Núñez, que dos días antes anunció que no continuaría en la presidencia. En cambio, el Barcelona alcanzó París en son de paz, sin mayor contencioso que el de las entradas, si que su gestión comprometiera al equipo. Sus otras 11 participaciones se han saldado con eliminaciones de todos los colores: una de las gestas históricas fue la victoria en la guarida de los lobos de Wolverhampton, pero la posterior derrota contra el Real Madrid, en 1960, fue especialmente dolorosa. También le escuece en Can Barça el enfrentamiento contra el Leeds en 1973, que supuso el declive de Cruyff como futbolista. El holandés, ya como técnico, tampoco pudo con el CSKA de Moscú en 1993, en octavos de final, ni con el París Saint Germain en 1995, en cuartos. El Barça ni siquiera superó las liguillas en 1998, 1999 y 2001. Entre medias, cayó en semifinales contra el Valencia de Claudio Ranieri y el Piojo López, y dos años más tarde fue la víctima del Madrid de Zinedine Zidane en su camino a la épica novena, en Glasgow. El uruguayo Marcelo Zalayeta, con el Juventus en 2003, y el británico John Terry con el Chelsea, en 2005, fueron los últimos en sumarse a la leyenda negra azulgrana.