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EE.UU.

Un tribunal condena a otro militar por los abusos en Abu Ghraib

Por Berta PardalTiempo de lectura1 min
Internacional26-03-2006

El sargento Michael J. Smith ha sido declarado culpable en seis de los trece cargos a los que se enfrentaba. El Gobierno sostiene que el sargento utilizó a su perro para intimidar a cinco prisioneros y con el fin de divertirse. Pese a estas acusaciones, la pena ha resultado de 179 días en prisión, degradación a soldado raso y rebaja del salario.

El jurado deliberó unas 18 horas a lo largo de tres días antes de pronunciarse. Los cargos en contra de Smith incluyen negligencia en el cumplimiento del deber y conspiración para maltratar prisioneros. A pesar de enfrentarse a más de ocho años de prisión, el fallo para este entrenador de perros salió a la luz el pasado día 22 con una sentencia de seis meses de prisión. Ésta también incluyó la suspensión del derecho a recibir un salario y una pensión y la baja deshonrosa del Ejército. En 2004, Michael Smith declaró a los investigadores que la Inteligencia y Policía Militar le habían pedido que usara en los interrogatorios a su perro Marco. El escándalo de Abu Ghraib ya llevó a la condena de otros soldados, pero no fueron tocados los principales responsables militares y civiles del Gobierno de Bush. El cabo Charles Graner, considerado el líder del grupo, sufrió la pena más severa: diez años de cárcel, en un juicio durante el cual afirmó haber actuado por orden de la Inteligencia militar. En el juicio la defensa sostuvo que Smith era un buen soldado, quien consideró que hacía lo que quería el Gobierno de los perreros en Abu Ghraib: dar seguridad y atemorizar a los presos sujetos a interrogatorios. La abogada defensora, capitán Mary G. McCarthy, argumentó que Abu Ghraib era un lugar peligroso y caótico, donde incluso el coronel que supervisó los interrogatorios testificó que estaba confundido. A Smith se le halló culpable de maltrato a tres prisioneros, incumplimiento de su deber, agresión, actos indecentes y de planear con otro perrero un concurso para determinar quién lograba que más prisioneros se tiraran al suelo.