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IRAQ

Bush fija en 30.000 la cifra de muertes iraquíes desde la guerra

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura2 min
Internacional16-12-2005

En un intento de desmarcarse de la caída de popularidad que sufre desde hace meses, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pronunció un ciclo de discursos la pasada semana para defender su estrategia de intervención en Iraq. Bush fijó la cifra de iraquíes muertos desde la guerra en 30.000.

"Como presidente, fui responsable y aún tengo la responsabilidad de solucionar lo que fue erróneo mejorando nuestros servicios de inteligencia, que es exactamente lo que estamos haciendo desde el Gobierno." De esta manera, Bush reconocía públicamente que los informes acerca de la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq eran equívocos. A dos días de los comicios legislativos iraquíes, el presidente norteamericano pronunciaba un discurso acerca del país árabe en un centro escolar de Washington. En él, Bush defendió su estrategia pese a los errores cometidos alegando que las tropas norteamericanas permanecerán en Iraq hasta la victoria porque la libertad y la estabilidad en este país beneficia a EE.UU. y al resto del mundo. Asimismo, Bush afirmó que su propósito, más allá de derrocar a "un dictador brutal", siempre fue el de construir un Iraq democrático, dejando en un segundo plano la justificación de la intervención por la existencia de armas de destrucción masiva. El presidente también acudió a Filadelfia la pasada semana para pronunciar otro discurso acerca de la situación en Iraq. En él, Bush afirmó que la cifra de muertos iraquíes producidas por la guerra hasta la fecha es de cerca de 30.000. Algunas ONG y publicaciones americanas han denunciado irregularidades en el recuento de muertos y establecen en aproximadamente 100.000 la cifra de fallecidos desde la guerra a causa de la violencia. A esta polémica cifra se han de sumar los más de 2.000 soldados angloamericanos caídos, hasta la fecha, en la misión. Lejos de ser éstas las únicas preocupaciones del presidente, en Estados Unidos la Cámara de Representantes exigió la semana pasada una enmienda para la prohibición de la tortura en presos bajo custodia norteamericana. Esta decisión no vinculante es un varapalo para Bush, no sólo por su contenido sino porque su propulsor es el compañero de filas del presidente en el partido republicano, John McCain. El Gobierno ha rechazado la propuesta por considerar que limita la capacidad de actuación del país ante los terroristas, pero el daño ya está hecho. Bush desciende en los sondeos semana tras semana y nadie duda de que Iraq seguirá siendo de momento su talón de Aquiles.