VIOLENCIA INFANTIL
Qué hacer ante el maltrato escolar
Por Elena R. Blázquez3 min
Sociedad11-12-2005
Lo primero, identificarlo. El niño debe vencer la vergüenza y los padres estar atentos a los cambios de su hijo. El centro escolar debe tomar medidas, primero frenar la situación de acoso y luego evitar que se produzcan en el futuro mediante programas educativos.
El maltrato escolar es un grave problema que no puede pasar inadvertido como "cosas de chicos". En la configuración del acosador como tal intervienen algunas variables, todas ellas relacionadas con la educación del menor en sus diferentes ambientes. Uno de ellos es la familia. La ausencia de reglas, la falta de comunicación entre padres e hijos, una disciplina demasiado dura, o excesivamente permisiva, la falta de tiempo de los progenitores o las disputas constantes conforman una serie de valores y normas que no ayudan a establecer correctamente lo que se considera socialmente aceptable o reprobable, ni modelan las habilidades suficientes para que los niños se enfrenten a las situaciones nuevas o conflictivas. En el colegio influye el tipo de disciplina que exista en el aula, en el patio o el comedor, además de los problemas de los profesores desbordados de trabajo. La situación físico-psicológica de los adolescentes es un factor a tener en cuenta, pues entre los 12 y 16 años los chicos sufren constantes cambios hormonales, de conducta y de personalidad. Por último, la sociedad en la que se desarrollan los jóvenes hace que interioricen la violencia como una actitud cotidiana, ya que tiene una gran presencia en los medios de comunicación y los videojuegos. Para acabar con la violencia en las aulas, el primer paso es reconocerla. Según el profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca, Mark Beyebach, la víctima debe contrarrestar la vergüenza y el sentimiento de culpa y contarlo a sus padres. Después, buscará apoyo personal y de los profesores para "ganar la batalla pública", esto es, hacer público el caso para que, al conocerlo, los demás condenen la situación. El papel de los padres Por su parte, y antes de que se produzca el maltrato, los padres deben fomentar un clima de confianza y comunicación en casa: hablar con sus hijos y no sobre ellos; fomentar la autoestima del niño, y permanecer atentos a los síntomas que presente su hijo: como evitar la escuela, cambios bruscos de estado de ánimo, o descenso de rendimiento escolar. Cuando conozcan un caso de bullying, deben validar a su hijo que lo haya contado, hablar a fondo del tema, aclararle que no es culpa suya, y acordar con el niño un plan de acción. Si se habla con los profesores, evitar la humillación posterior del niño en clase e insistir en que los maestros hablen con los agresores y sus padres. Es bueno buscar alternativas de ocio en las que el niño se relacione con nuevos amigos. Si fuera necesario, habría que plantearse el cambio de centro y contratar ayuda psicológica especializada para combatir los efectos negativos del acoso escolar. En el centro escolar se debe poner freno a los actos de maltrato y mantener entrevistas con los agresores y las víctimas. Hay que aplicar un método de mediación terapéutica, que consiste en devolver la responsabilidad individual a los miembros del grupo de agresores. En actividades de tutorías, se debe mostrar el rechazo de los adultos hacia esos comportamientos y tratar de modificar los patrones de actuación frente a situaciones intimidatorios. Las instituciones también tienen su función. Pueden activar a los inspectores de educación, que tengan un papel más activo, y dotar a los centros de medios para poner en marcha medidas. Además, se podría crear un teléfono público para el menor, como se ha hecho en otros países (existe el de la Fundación Anar: 900 20 20 10) y mantener campañas anuales de sensibilización.