SER UNIVERSITARIO
Tema I: Sistemas políticos
Por Álvaro Abellán2 min
Opinión20-11-2005
Dicen que la Democracia es el menos malo de los sistemas. De entrada, parece muy bueno, pues consiste en el gobierno de las mayorías estructuradas del pueblo, con respeto también a las minorías. El problema está en que, para funcionar bien, requiere de un pueblo culto (con inteligencia para dirigir a buen puerto sus propios designios), con un marcado compromiso e interés por la res-publica (la cosa pública) y con libertad (y capacidad) de expresar y defender ideas. Tres características poco habituales en el mundo contemporáneo. La libertad de expresión está hoy en manos de unos medios de comunicación lastrados por intereses particulares y de unos partidos políticos maestros en generar y extender un pensamiento débil adecuado para ganar votantes. Los terceros en discordia ganan terreno y prestigio: los protas del corazón, cada vez con más presencia pública. El ciudadano culto e inteligente “aburre” y hace perder cuota de pantalla, por lo que es marginado del discurso público. La cultura, sistema de ideas vital que mueve nuestro tiempo, no está conformada por la labor de intelectuales, ni de hombres de estado, ni de universitarios bien formados, sino por actores disfrazados de políticos, músicos con careta de intelectuales, iletrados con traje de ministro y concursantes de Gran Hermano cuya autoridad sustituye a la de sacerdotes y jueces. La preocupación central del ciudadano medio no es hoy la cosa pública, sino el derecho privado. El ciudadano medio hace apología de esa libertad encostrada de egoísmo que “termina donde empieza la del otro” y demanda con su llanto de nenaza derechos que no merece -y jamás acepta una obligación a cambio-. Todos pensando en lo suyo; ninguno pensando en el todo. Dicen que la Democracia es el menos malo de los sistemas. Pero cuando los ciudadanos no piensan todos en el todo, cuando los ciudadanos son incultos, cuando la palabra la tienen sólo los manipuladores, no existe Democracia, sino su perversión: la Demagogia. La Demagogia es un régimen político jurídicamente idéntico a la Democracia. La diferencia no está en la estructura, ni en la apariencia, ni en el reconocimiento internacional. La diferencia está en el fondo. Democracia se funda en el diálogo de inteligencias y en la responsabilidad compartida, y se orienta al bien común; mientras que la Demagogia se engendra con la discusión de imbecilidades y la huída de toda responsabilidad, y se desorienta hacia la desvertebración de lo común. Qué, ¿le suena? ¿Y qué va a hacer al respecto? Ah, ya, que no es cosa suya, que no puede usted hacer nada. A eso me refería, esa es la actitud del ciudadano medio que forma la Demagogia.