ESTATUTO CATALÁN
Las mismas dudas de siempre obstaculizan los primeros contactos
Por Antonio Pérez Vicente2 min
España04-09-2005
El proyecto que se fragua en la cocina del tripartito catalán despierta dudas sobre su legitimidad. Para tratar de relajar el ambiente, el Presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, declaró ante sus compañeros de partido que "estamos en una etapa histórica para cerrar las fracturas que quedan pendientes".
En su discurso, el líder del PSC que, dijo que en calidad de Comunidad Autónoma, Cataluña puede pedir la modificación de la Constitución. Pero una de cal y otra de arena, porque luego trató de tranquilizar a algunos sectores del socialismo al asegurar que no buscan cambiar la Carta Magna "porque el Estatuto ha de ser socialmente ambicioso, políticamente realista y jurídicamente constitucional". Con estas palabras calmó a los presidentes de Andalucía, Extremadura, Madrid y Castilla-La Mancha, que habían vertido algunas críticas los días precedentes sobre el proyecto catalán por, entre otros aspectos, su determinación en considerar a Cataluña como una nación. De hecho, Juan Carlos Rodríguez Ibarra llegó a tildar a Maragall de "caprichoso" y Rafael Simancas aludió al "hartazgo" de los españoles sobre el asunto. "Los socialistas no podemos poner límites a la solidaridad, sino a la insolidaridad", añadió. En la reunión la sangre no llegó al río, pero algunos representantes socialistas consideraron que el debate sobre el Estatuto estaba eclipsando el trabajo del Gobierno central. El presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, afirmó que "ninguna comunidad tiene derechos pre-existentes a la Constitución" para refutar que a Cataluña le correspondan privilegios por el hecho de considerarse una comunidad histórica. En tono conciliador, Rodríguez Zapatero mostró su respaldo al PSC ya que el Estatuto supondrá "un fuerte avance del autogobierno dentro de la Constitución y la solidaridad entre españoles". También afirmó que "los catalanes quieren un autogobierno más fuerte para ir del brazo del conjunto de España, no para alejarse de ella" y aseguró que el Estatut "interesa a España, a Cataluña y al PSOE". El que no lo ve así es Mariano Rajoy, el presidente del PP, que pidió abordar el asunto en la conferencia de presidentes para que analicen "cómo repercute en los demás" el proyecto. Del mismo modo, pidió a Zapatero que paralice la reforma del Estatuto porque "no hay ninguna urgencia y no le importa a nadie". Más duro estuvo Ángel Acebes al considerar que el Estatuto de Cataluña "es un caballo de Troya dentro de la Constitución de todos los españoles". Además, el ex ministro de Interior criticó al Gobierno por "crear problemas donde no los hay y no preocuparse por los que realmente afectan a los ciudadanos". A su juicio, Rodríguez Zapatero ha apostado por complacer a sus socios y "desguazar" España. "Cualquier cosa que toca Zapatero se convierte en un problema, cuando realmente el problema es él", sentenció. El presidente del Gobierno, por su parte, también tuvo palabras para los populares en su intervención ante los miembros del PSOE: "A algunos se les notan demasiado las ganas de que este proceso de reforma estatutaria salga mal, y se van a llevar un chasco, porque una vez más acabará por abrirse paso el acuerdo", respondió el jefe del Ejecutivo.