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TOROS

Agosto 2005: un indulto y un adiós

Por Almudena HernándezTiempo de lectura1 min
Espectáculos02-09-2005

El agosto de sombra ensangrentada estremece cada año cuando se acerca en el calendario: es el mes más taurino del año, el de más corridas de toros y el de más fiesta. Pero desde hace dos décadas es además el mes del llanto por José Cubero Yiyo, un príncipe que no pudo desplegar más las alas de su capote después de lo de Colmenar.

Este agosto ya difunto también ha sido de llanto y despedida a un torero grande. La vida de Manolo Vázquez se apagó en su año 75, y con ella se fue el hombre que puso "el toreo de frente". Torero de dinastía, Manolo Vázquez comenzó sus andaduras en los ruedos en los años cuarenta. Algunas temporadas después, en 1951, tomó la alternativa en Sevilla. Se la dio su hermano Pepe Luis, el 6 de octubre, con un toro de Domingo Ortega. Se retiró en la capital hispalense en 1968, aunque regresó en los ochenta. Su adiós definitivo de La Maestranza quedó en la historia, cuando salió por la puerta grande tras un mítico mano a mano con Antonio Chenel Antoñete. Otro de los grandes acontecimientos de este agosto tórrido ha teñido el campo bravo de esperanza, a pesar de la problemática que están viviendo los ganaderos con la lengua azul. La fortuna tocó con su varita a Juan José Padilla, a quien le cayó en suerte la lidia de Muroalto un toro de Victorino Martín, en la plaza de San Sebastián el día 21. Después de las curas pertinentes, Muroalto está en la finca Las Tiesas de Santa María, donde se recupera de las heridas producidas durante la lidia. La relevancia de este indulto radica en que ha tenido lugar en un coso catalogado de primera categoría, dento de una feria especialmente torista.