MUSEOS
Posible cadena de reclamaciones en el British Museum
Por Alba Rodríguez Santos2 min
Cultura24-05-2005
La polémica está servida en el arte británico. Y es que el British Museum se contradice en argumentos sobre las posibles devoluciones de sus obras. La concesión de cuatro dibujos que fueron expropiados por los nazis a una familia judía hace 66 años, podría repercutir en los famosos mármoles del Partenón a Grecia, uno de los tesoros más preciados de este museo.
La historia comienza en el año 1939, cuando los nazis roban cuatro dibujos del domicilio del abogado judío, Arthur Feldmann, en la ciudad checa de Brno. Feldmann fue torturado y asesinado poco tiempo después, mientras que su esposa murió en el campo de exterminio de Auschwitz. Los dibujos, que incluyen una Sagrada Familia del italiano Nicoló dell´ Abate y una Santa Dorotea con el Niño Jesús, de un discípulo del alemán Martin Schongaguer, fueron reclamados por la familia de Feldmann en el año 2002, y desde entonces no han parado de luchar por recuperar aquello que se les expropió hace 66 años. El Museo Británico, que compró los dibujos en una subasta después de la guerra, considera apropiado devolverle a la familia estas obras, sin embargo teme que simbolice un precedente que provocara que las colecciones británicas se vieran caer del estandarte. ¿Exigirían el resto de los países la devolución de sus tesoros? El museo no tiene capacidad legislativa para disponer de las colecciones y, mientras tanto, el Gobierno de Londres, advertido de los riesgos, sopesa impedir la devolución de los dibujos a los herederos de Feldmann, ya que teme crear un precedente y desvirtuar los argumentos contra de la restitución de los frisos a Grecia, que los reclama. De momento, el asesor legal Peter Goldsmith ha pedido al Alto Tribunal británico que aclare si el museo podría ejercer la “obligación moral” de entregar a sus legítimos propietarios bienes obtenidos de forma indebida. La mayor preocupación del museo recae, sin embargo, en los frisos del Partenón griego. Estos fueron trasladados al Reino Unido en 1801 por Thomas Bruce, séptimo conde de Elgin, quien fue embajador británico en el Imperio otomano, que entonces incluía Grecia. Enamorado del arte griego, decoró su mansión con los frisos hasta que, finalmente optó por venderlos al Gobierno británico por 35.000 libras (unos 49.000 euros) en 1816 y desde entonces han permanecido en el Museo Británico. Según el director de la galería, Neil MacGregor, los frisos “han sido piezas centrales en el museo durante casi doscientos años. El Museo Británico es un museo universal, que visitan cinco millones de personas de todo el mundo todos los años de manera gratuita”. Grecia, sin embargo, los reclama por considerar que el conde Elgin los sacó del país de manera ilegal. Toda una cadena de reclamaciones que puede nacer de las ilusiones de una familia judía por restablecer sus propiedades familiares. Ráfagas morales y legislativas que siguen hablando de las injusticias de otros tiempos.