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El Gobierno talibán se prepara para la guerra santa

Fotografía Un ciudadano afgano, en las calles de Kabul

Un ciudadano afgano, en las calles de Kabul

Por David HurtadoTiempo de lectura2 min
Internacional22-09-2001

“Es nuestro huésped y sería un insulto al Islam”. Esta frase resume el sentimiento talibán respecto a la posibilidad de entregar a Osama Bin Laden. La única puerta entreabierta la dejaron la semana pasada los líderes religiosos de Afganistán -Ulemas-quienes “invitaron” al presunto instigador del atentado contra las Torres Gemelas a abandonar el país.

La invitación de los Ulemas se limita a dejar a la voluntad de Bin Laden la decisión de marchar del país, algo que para el Gobierno estadounidense es “insuficiente”. En su última alocución ante el Congreso estadounidense, George W. Bush ha manifestado que no sólo se debe entregar a Bin Laden sino que los talibán deben acabar con el grupo integrista Al-Qaeda, cerrar todas las instalaciones de entrenamiento y permitir a Estados Unidos presentarse en la zona para comprobar el cierre de esas instalaciones. Estas condiciones son, según EE.UU., las que se deberían cumplir para evitar el ataque militar. Mientras, los talibán volvieron a manifestar que Bin Laden es su huésped, que entregarlo supondría “un insulto al Islam” y que no pueden entregarle “sin pruebas”. De esta forma, la única opción es que el millonario saudí acepte el consejo de los Ulemas y se marche voluntariamente de Afganistán. Ante estas perspectivas, todo Afganistán se prepara para un ataque estadounidense que tendría como consecuencia inmediata la proclamación de la yihad por parte de las autoridades talibán. Este llamamiento se haría a todos los países musulmanes en contra de EE.UU. y de aquellos que le apoyen. Afganistán ya ha decretado el cierre de su espacio aéreo y ha amenazado con derribar cualquier avión que sobrevuele la zona. La estrategia de los talibán parece ser la de esconder todo su potencial y armamento –una docena de viejos aviones y 600 anticuados tanques, principalmente– para tratar de hacer que las tropas estadounidenses se adentren en su territorio. En el árido y montañoso paisaje afgano, los cerca de 40.000 soldados talibán, dotados de un gran conocimiento de la zona y de un fanatismo que les permite afrontar la muerte con decisión, se moverían sin problemas y permitirían a su Ejército tener alguna posibilidad contra el poderoso contingente de EE.UU.