SIN CONCESIONES
La vanguardia de los idiotas
Por Álvaro Abellán2 min
Opinión03-10-2004
Fernández de la Voge considera que aprobar el matrimonio entre homosexuales “acaba con siglos de discriminación” y se felicita por ser el tercer Gobierno más vanguardista del mundo por aprobar el matrimonio entre homosexuales. Supongo que ese tipo de medidas son las que hacen vanguardia. Que tome nota el resto del planeta: España se va a comer el mundo. Si la vice mira a su alrededor y lee un poquito de historia, descubrirá algunas cosillas. Primero, que el Tribunal Internacional de los Derechos Humanos de Estrasburgo cerró hace solo dos años la polémica: no es discriminatoria la prohibición de la adopción por parte de homosexuales; entre otras cosas, porque el derecho de adopción es de los niños y no de los adoptantes. Segundo, que ninguno de los países a la vanguardia de la moral, la cultura, la civilización, la economía, la tecnología o los derechos y libertades de los ciudadanos ha aprobado una ley semejante. Por último, que ninguna de las civilizaciones de las que tenemos noticia a lo largo de toda la historia de la humanidad ha equiparado jamás a las parejas homosexuales con el matrimonio. Ni siquiera en los auges de los imperios romano o griego, donde la práctica de la homosexualidad era habitual y no estaba mal vista, se pensó jamás en reconocer semejante derecho. El mismo Platón, que sopesa las relaciones homosexuales como parte de la educación de los jóvenes, dijo en Las Leyes y en otros escritos que legislar dicha práctica es “contra natura”, “estéril” y que “nadie en su sano juicio podría promulgar una ley que protegiera tal conducta”. Una cosa es proteger los derechos y libertades de las personas, y ahí está la mayor nobleza de un Gobierno. Otra, bien distinta, es buscar fórmulas jurídicas adecuadas para legislar sobre nuevas realidades complejas o demandas sociales, y ahí está la agilidad de un Gobierno y su adaptación al presente. Y otra, radicalmente distinta y opuesta al buen y ágil Gobierno, es proteger y dotar de derechos y privilegios a realidades que no tienen especiales responsabilidades ni son socialmente constructivas, por mucha influencia electoral de la que dispongan. Como reconocen hasta los diarios internacionales de la nueva Alemania amiga (Neue Zürcher Zeitung), el Gobierno socialista roza el “populismo”, está marcado por un “exceso de ideología y falta de seriedad”, cuajado de “desmentidos y rectificaciones” y de discursos “simplones”, y sus nuevas leyes, supuestamente cuajadas de talante, demuestran una “falta de sensibilidad” -al llamar matrimonio a la pareja de homosexuales- cargada de hipocresía. Gracias, vice. Somos por fin esa estúpida vanguardia que se lanza al vacío creyéndose fuertemente acompañada de todos y capaz de volar. Lástima que cuando miramos a nuestro lado, descubrimos que nadie saltó con nosotros, que caemos irremediablemente y sin esperanza alguna, y que nuestros amigos, que frenaron antes del salto, nos miran -curiosos unos, tronchados de risa otros-, mientras nos hundimos definitivamente en el infierno de los idiotas.