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APUNTES DE BANQUILLO

Ínfulas de segundón

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes23-05-2004

Es y será siempre el segundón, el hermano pequeño de un mito del deporte como Michael Schumacher. Las comparaciones son odiosas, y en algunos casos –tras comparar el comienzo de temporada de Ferrari y Williams–, más aún. Michael es un piloto carismático, cuyos logros no empiezan –ni terminan– con las frías estadísticas. Derribar todos los registros posibles –dígase títulos mundiales, victorias, puntos en una temporada, triunfos en un circuito determinado… y posiblemente, esta temporada también caiga el número de pole position, el único récord que aún ostentaba el fallecido Ayrton Senna– no es sólo fruto del talento, que lo posee y a raudales, sino también del trabajo continuado y metódico. En 1997, cuando llegó a Ferrari, tuvo que poner firme a un equipo en el que cada quien hacía las cosas a su manera, como mejor le parecía. En la llegada de Ross Brown y de Jean Todt tuvo mucho peso la opinión del piloto alemán. No parece que la historia de Ralf sea la misma: ni tiene la jerarquía de su hermano para imponer el papel de escudero a otro piloto –la comparación con Rubens Barrichello sería inimaginable, puesto que ni siquiera se habla con Juancho Montoya, otro de fuerte carácter–, ni el peso de las decisiones en el equipo BMW-Williams recae en él. Todas estas circunstancias, sin duda, influyen en su mediocre temporada y en los rumores –cada vez más insistentes– de que no seguirá el próximo año en el equipo que dirige Frank Williams. Su futuro parece destinado a pasar por las manos de Toyota, toda vez que ni el brasileño Cristiano da Matta es un piloto de primerísima fila, ni el veterano francés Olivier Panis –de 37 años–, cuya misión parece más que cumplida con el desarrollo del monoplaza en las últimas dos temporadas, parecen destinados a dar el salto de calidad al que aspiran los metódicos –y ambiciosos– japoneses. Sin embargo, sus últimos incidentes en los adelantamientos de otros pilotos –es decir, los toques con Takuma Sato en Bahrein y con Fernando Alonso en San Marino, amén de la maniobra de Mónaco, cuando menos muy poco ortodoxa– se los debería tomar el piloto alemán como un toque de atención para bajarse los humos: con un historial de seis victorias en 121 grandes premios, desde luego, no está para tirar cohetes ni pedir sueldos multimillonarios. Sencillamente, por su facilidad para ponerse nervioso, no lo merece.

Fotografía de Roberto J. Madrigal