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APUNTES DE BANQUILLO

Cambios sin pensar

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes25-04-2004

Al igual que hace dos temporadas, el aplastante dominio de Ferrari –Michael Schumacher ha copado las victorias en las cuatro carreras disputadas– está haciendo rechinar los dientes a los británicos Bernie Ecclestone y Max Mosley, que vuelven a plantear medidas para “mejorar el espectáculo” de la Fórmula 1. Sin embargo, esta vez corren el riesgo de que se les eche en contra la asociación de constructores (GPWC), y deberán andarse con cuidado para evitar una escisión del Mundial en 2008. Amén del esfuerzo –baldío– por igualar la competición por lo bajo, sacrificando a los equipos que más esfuerzo y dinero invierten, hay cambios que suponen un verdadero paso atrás en el tiempo. La limitación de los entrenamientos privados –para impedir que algunos equipos puedan trabajar más horas en el desarrollo de sus monoplazas–, que todos los equipos compitan con los mismos neumáticos –la guerra entre Bridgestone y Michelin ha rebajado espectacularmente los tiempos por vuelta– y que los constructores puedan puntuar con más coches –para brindar más apoyo técnico y mecánico a las escuderías pequeñas– son medidas cuando menos discutibles. Pero en un deporte elitista por definición, los constructores –Ford, Renault, Ferrari, DaimlerChrysler y BMW– se oponen de plano a que en 2008 se reduzca la cilindrada de los motores a 2.400 centímetros cúbicos y ocho cilindros –actualmente es de 3.000 centímetros cúbicos, con motores atmosféricos de diez cilindros, tras la prohibición de los motores turboalimentados–, y sobre todo, a que se prohíban las ayudas electrónicas, como los sistemas de control de tracción y antipatinaje. En juego, además, está de fondo la vida de los pilotos. ¿Alguien piensa en las curvas que se toman a 280 kilómetros por hora cuando sugiere que se suprima la dirección asistida? Un ejecutivo que nunca se ha subido a un bólido, a buen seguro, no. Ahora que se cumplen diez años de la muerte de Ayrton Senna –también falleció el austriaco Roland Ratzemberger–, no estaría de más reflexionar en el sentido de los cambios normativos. ¿Qué se pretende? En 1994 ya pasó tres cuartos de lo mismo: hubo un fuerte enfrentamiento entre la organización y los pilotos por la eliminación de los controles de salida, de tracción, los frenos electrónicos –y los sistemas antibloqueo– y la suspensión activa. El propio Senna llegó a afirmar, meses antes de su fatal accidente, que “tendremos suerte si realmente algo grave no sucede”. La memoria de los errores pasados debería ser algo más que los homenajes.

Fotografía de Roberto J. Madrigal