Se suceden los llamamientos para evitar una guerra civil entre etnias
Por Isabel A. Vega2 min
Internacional05-03-2004
Tras los atentados que el martes de la semana pasada costaron la vida en Kerbala a 182 chiíes, los principales líderes religiosos de Iraq hicieron un llamamiento a su pueblo a la concordia y propusieron un acuerdo entre etnias que evite una posible guerra civil.
La comunidad chiíta en Iraq se vio duramente golpeada a lo largo de la semana pasada cuando 182 de sus miembros fallecieron en una violenta cadena de explosiones en la ciudad santa de Kerbala. Chiíes encolerizados volvieron la vista hacia los suníes fundamentalistas, conocidos como “wahabies”, a quienes en un principio responsabilizaron de los ataques. El más famoso seguidor de esta facción radical del Islam es Osama Bin Landen, por lo que la relación de este grupo con Al Qaeda y por ende, su implicación en los atentados, parecía evidente a los ojos de la comunidad chiíta. Sin embargo, la palabra “wahabi” en Iraq ya no sólo designa a esta rama de los suníes, sino que se aplica para denominar a los extranjeros que se infiltran en el país para desestabilizarlo. En este sentido, se alzaron las primeras voces de acusación a los Estados Unidos por considerar que su deber es actualmente proteger las fronteras iraquíes de la entrada de tales individuos. De este modo, se pronunciaba uno de los cuatro ayatolás con más peso en el país árabe, Bachir Najaf, cuando afirmó lo siguiente: “hacemos recaer sobre las fuerzas de ocupación la responsabilidad del vacío de seguridad en el país y alrededor de los lugares santos (chiíes) porque (las fuerzas de la coalición) han dejado las fronteras abiertas delante de todos los que quieren infiltrarse en Iraq”. Mientras el administrador estadounidense en Iraq, Paul Bremer, declaraba su intención de reforzar la vigilancia en las fronteras, la tensión entre chiíes y suníes alcanzó dimensiones peligrosas, hasta que los principales representantes de ambas comunidades se pronunciaron para llamar al pueblo iraquí a la calma. El Ayatolá Al Sistiani, del lado chiíta, decretó en un edicto religioso “ilícita la entrada en Iraq si no es por los puestos fronterizos oficiales” y se dirigió a los ciudadanos en el siguiente comunicado: “llamamos a todos los hijos del pueblo iraquí a mostrar una mayor vigilancia frente a las trampas de los enemigos y los exhortamos a cerrar filas y a unificar su discurso para acelerar el retorno de la soberanía”.Haziz Hakim, miembro del Ejecutivo y jefe del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (máxima organización chiíta), también se dirigió a esta comunidad pidiendo “moderación” para que “no haya discordia entre los iraquíes”. Por su parte, Mahmud Osman, kurdo, suní y a la vez miembro del Gobierno, afirmó que el objetivo de los atentados es enfrentar a la comunidad suní con la chiíta y declaró que “los dirigentes de ambas comunidades deben unirse y cooperar para impedirlo”. En respuesta a este llamamiento, un convoy de 50 suníes se dirigió al lugar de los atentados para mostrar su respeto a la comunidad chiíta.