EL REDCUADRO
Prueba de alcohol para candidatos
Por Antonio Burgos2 min
Opinión29-02-2004
El comienzo de la campaña electoral ha dado una vaharada de alcohol importante. Como estamos en la pregonada sociedad civil, los militares de alta graduación han dado paso a los políticos de alta graduación. En cada escándalo de la frase que copa titulares hay quien descubre que el asesor del político que la pronunció es el señor Jonnhy Walker o el señor Beefeater. Sobremesa famosa hubo en el Club Siglo XXI donde el nudo del debate fue atribuido por unos al señor Rioja, por otros al señor Ribera del Duero. O cena con militantes en la que resultó que la fogosa oratoria era noble y coronada, inspirada por el Marqués de Cáceres. En cierta autonomía hay un consejero de quien es voz común que su principal asesor en materia de brillantez oratoria es un cubano exiliado, paisano de Dinio: el señor Bacardí. Nada digo de los hectolitros atribuidos al consumo personal de algunos líderes. Contrasta este desprestigio político del alcohol con su aceptación social entre los más jóvenes. Ese político pustecito al que se le calienta la boca suele ser un incomprendido. Quiere por la vía del cubata ponerse a la altura de nuestros muchachos en el fin de semana. Si la botellona es normal en los fines de semana de nuestras ciudades, ¿por qué no ha de serlo en los mítines del fin de semana? Un político tajarina puede estar más cerca de la verdad que otro que, completamente sobrio, mienta con mayor credibilidad. Y además, que lo que desprestigia y recibe la condena social es el tabaco, no el alcohol. Mucho hablar de los políticos con una tajada como un piano, pero aquí nadie dice nada de los puros que se fuma Rajoy, eso queda para González, cuando, no se sabe en qué circunstancias, lo compara con Ben Laden. Urge una reforma de la Ley Electoral. No me refiero a las circunscripciones, la carestía en votos de los escaños o la duración de la campaña. Urge la prueba de alcoholemia. Si somos socialmente tan inflexibles con el grado de alcohol en sangre de los conductores profesionales, ¿por qué no vigilarlo en los políticos que quieren conducir profesionalmente nuestro destino? ¿Por qué no hacer controles de alcoholemia en los mítines, y que los candidatos soplen el aparatito antes de subir a la tribuna? Y el control de alcoholemia sería más que conveniente en las cenas-mítines, y a los hechos me remito. Claro que el control de alcoholemia también nos lo tandrían que hacer a los votantes. Yo, por ejemplo, no votaría a Carod ni borracho.
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Antonio Burgos
Columnista del diario ABC
Andaluz, sevillano y del Betis
** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor