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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

Negocio zapatero

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión26-01-2004

Las necesidades sociales y la ciencia aplicada cogidas de la mano son los mejores aliados del capitalismo. Cuando una camina más deprisa que la otra, ninguna interesa al animal pecuniario; pero, cuando ambas acompasan el paso, el hombre de ojos moneda dirige todos sus esfuerzos a la producción y el beneficio. Si usted esperaba que este artículo hablara del negocio de votos que pretende Zapatero, se habrá dado cuenta ya de que entró con el pie izquierdo -un izquierdo nada político, entiéndame- cuando se tomó el titular al pie de la letra. No le busque tres pies al gato, porque en esta ocasión no los tiene. Tan cerca de las elecciones, uno debe andar con pies de plomo cuando habla de política, pues en seguida concluirán de qué pie cojeo y pensarán que me echo a los pies de uno o me pongo frente a otro en pie de guerra. El caso es que siempre me ha parecido que el calzado masculino de las últimas décadas ofrece muy pocas novedades. Especialmente si lo comparamos con la sofisticación que ha presidido el vestido del pie femenino, cuyos diseñadores siempre están al pie del cañón. No obstante, hace unos años empezó con pie forzado el negocio del calzado de 24 horas para el hombre. Hoy se mantienen a pie firme e incluso avanzan con buen pie sobre las superficies de los grandes almacenes, restándole espacio vital al zapato tradicional. Como apuntaba al principio, estoy seguro de que el éxito de esta iniciativa viene no sólo de la aplicación de las tecnologías del calzado deportivo al de ejecutivo, sino también a la demanda social. El trabajador de cuello banco del siglo XXI alarga su jornada laboral hasta superar en horas en pie al tradicional obrero, más protegido que nadie por el pie firme de su consolidado sindicato. Eso ha dado pie a que el hombre de traje y chaqueta que amanece con pies ligeros acabe su jornada laboral arrastrando los pies. La utilidad ha vencido al diseño, y aunque yo anduve con pies de plomo antes de comprarme unos zapatos aparentemente corrientes al precio de los más elegantes, puede creerme a pies juntillas si le digo que valen su precio. Por vez primera, y sin que sirva de precedente, debo felicitar al maestro zapatero -no piensen que esto es subliminal- por una innovación interesante. Quizá mi director considere que este santo periódico no es lugar para un agradecimiento como este, quizá me diga que he sacado los pies del tiesto por no dar pie con bola en la última semana. O quizá me diga que este escrito tiene muchos pies, pero poca cabeza. De ahí que sea el momento de poner pies en polvorosa antes de que me ate de pies y manos y me impida seguir hablándoles a ustedes de zapatos. A sus pies.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach