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Annan descarta la vuelta de la ONU a Iraq tal y como solicitaba EE.UU.

Por Chema GarcíaTiempo de lectura3 min
Internacional25-01-2004

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, descartó la semana pasada el regreso inminente a Iraq de la organización hasta que mejoren las condiciones de seguridad en el país. El personal internacional de Naciones Unidas fue evacuado del país del Golfo Pérsico tras el atentado del 19 de agosto pasado, en el que murieron 22 personas, entre ellos el enviado especial Sergio Vieira de Mello.

El máximo responsable de la organización mantuvo la semana pasada una reunión con una delegación encabezada por el administrador civil de Iraq, el estadounidense Paul Bremen y el presidente del Consejo de Gobierno iraquí, Adnan Pachachi, quienes solicitaron al secretario general de la ONU el envío de una misión que asesore a las autoridades iraquíes ante la celebración de unas hipotéticas elecciones directas antes del 1 de julio. Todo indica que ha sido la situación provocada por el máximo dirigente chií de Iraq, el gran ayatolá Alí Sistani, al reclamar en las calles junto a miles de acólitos la celebración de unos comicios antes de tres meses, el hecho fundamental que ha forzado a la Administración estadounidense a pedir ayuda a la organización internacional. La entrevista sólo consiguió arrancar de Annan el compromiso de que seguirán negociando. De hecho, el pasado fin de semana salió a la luz que dos representantes de Naciones Unidas se encuentran ya en Bagdad para evaluar el posible retorno del personal internacional de la organización. Sin embargo, el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, matizó que este equipo no es el que sería necesario si Annan accediese finalmente a las peticiones de Bremen y Pachachi Según dijo Dujarric, los dos enviados, un consejero militar y un coordinador de seguridad, tienen el encargo de “abrir líneas de comunicación directa” con las fuerzas de la coalición en materia de seguridad. La prensa y los analistas estadounidenses interpretaron la negativa de Annan como un intento por parte de la organización internacional de recuperar una credibilidad que quedó seriamente dañada por el “acoso” y “desprecio” a los que fue sometida por EE.UU. y sus aliados en el asunto de Iraq. El hecho de que fuesen los propios representantes de la Administración estadounidense en Iraq los que solicitasen la semana pasada ayuda a la ONU, no evitó que el presidente norteamericano, George W. Bush, aprovechase su discurso ante el Congreso sobre el estado de la Unión, para cargar de nuevo contra la organización internacional, a la que recordó que Iraq proseguiría con sus programas de armas de destrucción masiva “si EE.UU. no hubiera actuado”. En este sentido, advirtió a Naciones Unidas que Washington continuará con su actual política de ataques preventivos contra aquellos países que amparen al terrorismo internacional y desarrollen programas de armas de destrucción masiva sin contar con la autorización internacional. El máximo mandatario estadounidense obvió en su discurso que, en el caso de Iraq, dichas armas aún no han aparecido y que el jefe de la misión encargada de buscarlas, David Kay, dimitió la semana pasada. “No creo que existieran”, dijo Kay en una entrevista telefónica tras su dimisión. “De lo que todos hablaban es de arsenales producidos tras el fin de la última Guerra del Golfo (1991) y no creo que hubiera un programa de producción a gran escala en los 90”, añadió. Su sustituto al frente de la misión, el ex inspector de armamento Charles Duelfer, no se mostró mucho más optimista que su colega, puesto que poco antes de desembarcar en su cargo había expresado sus dudas acerca de que alguna vez se lleguen a encontrar las supuestas armas. Incluso, la persona que se encargó en febrero de 2003 de defender ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que Sadam Husein había recopilado armas prohibidas durante años, el secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, admitió la semana pasada la posibilidad de que Iraq no guardara armas de destrucción masiva antes de la invasión estadounidense. “Nuestra intervención se basó en la mejor información de inteligencia que teníamos en aquel momento”, señaló.

Fotografía de Chema García