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APUNTES DE BANQUILLO

La ¬mano negra¬ de los árbitros

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes25-01-2004

No le falta razón a quienes dicen que a menudo los entrenadores y los árbitros, más que una necesidad, son una excusa para que casi todos tengan la posibilidad de justificar sus errores y tensar la cuerda del despido o el desahogo por el lado más débil. Ahora bien, si una mala racha de resultados o una decisión errónea es capaz de poner en tela de juicio la valía de una persona, sin proponer una solución mejor, algo falla. En el circo de los banquillos no es demasiado difícil cambiar a un malabarista por otro, pero hay que pensar en que el trabajo de un técnico no es tan sólo decidir los once que juegan cada partido. La decisión de un relevo implica reflexionar si el talante del sustituto es adecuado a la filosofía del club y a la plantilla. Por ejemplo: ¿tal será el caso de John Benjamin Toshack en Murcia? Afortunadamente para el balonmano, no es el caso de César Argilés. El seleccionador está dando poco a poco el relevo a una generación sin que se resientan demasiado los resultados: jóvenes como Jon Belaustegui y Raúl Entrerríos se están integrando perfectamente. Pero Croacia está siendo una de las bestias negras de España en los últimos tiempos, y le consiguió remontar una victoria que tenía en la mano. Hace apenas un año, en el Mundial de Portugal, los croatas ya apearon a la selección de la final en la prórroga. Perder es doloroso, pero achacar la culpa de una derrota tan sólo a la decisión arbitral de dar por legal un gol marcado fuera de tiempo indica frustración. Los errores, si de los árbitros depende, terminan por perjudicar a todos e igualar la competición, en última instancia. Otra cosa, como dio en la diana –quizá sin pretenderlo– David Barrufet, es que los países que no tienen peso en las federaciones internacionales están más indefensos que los que sí están representados por algún pez gordo. No huele nada bien que siendo el Europeo en Eslovenia, aún cuente más el argumento de no hacer enfadar a dos mil croatas antes que a un puñado de españoles. Así se adultera el deporte, tanto como con el dopaje, tan denostado. Hasta ahora, la única solución han sido los comités éticos, como el del Comité Olímpico Internacional (COI), que han forzado con sus investigaciones la dimisión de varios dirigentes corruptos. Sin embargo, para modernizar las instituciones y hacer de ellas un ejemplo público, también es necesario limpiar a fondo en los despachos: a ver cuántos tienen que salir escaldados. Seguro que nos llevaríamos unas cuantas sorpresas.

Fotografía de Roberto J. Madrigal