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SIN ESPINAS

El otro año

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión28-12-2003

Llevo ya algún tiempo escribiendo a cuenta de la muerte de los años como la de los ríos de la vida que van a dar al mar. Unos aprovechaba para pedirle cosas buenas al siguiente, otros me mostraba muy pesimista, en los últimos hablaba de esperanza. Ahora tal vez atisbo que muy frecuentemente he confundido la conciencia colectiva tras lo ocurrido en un año con mi estado de ánimo o mi actitud vital en el momento de escribirlos. De eso no estoy seguro porque como periodista trato de abstraerme lo más posible para no caer en el puro subjetivismo. Sin embargo, este rincón llamado “Sin espinas” que hoy hace ya más de 100 números me brindó un gran amigo, me sirve para dejar impreso algo más que un comentario sobre la actualidad semanal. Hoy he releído lo escrito al final de los dos últimos años para inspirar el resumen de un periodo duro como este. Un tiempo de guerra y sinrazón, de atentado tras atentado, de vísceras y cuerpos humanos mutilados en Iraq y en cada hogar a través de las pantallas de televisión. El escarnio humano en vivo reducido a fines espurios, como transparenta el tiempo. A pesar de ello, este año convulso en lo colectivo, no refleja el escenario global de nuestras vidas. Aunque parezca la verdad de cómo funciona el mundo no es toda la realidad, sino tan sólo una parte más sobre la que poco podemos intervenir. El otro año, el de nuestra vida es sobre el que debemos reflexionar. ¿Qué hemos hecho de nuestro 2003? ¿Cómo hemos intervenido en el trocito de mundo reservado exclusivamente para nosotros? Si miramos bien, el amor y la esperanza son el pegamento que une todos esos pedazos de realidad que han escrito tu año en familia, con tu grupo de amigos, tu comunidad, tu sociedad. Por eso, el mundo que anhelamos necesita de ambas cosas, y por eso, cada uno de nosotros debemos darle eso al 2004.

Fotografía de Javier de la Rosa