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APUNTES DE BANQUILLO

Raíces para crear el futuro

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes28-12-2003

La Navidad, como tantos otros momentos, es una excusa perfecta para echar la vista atrás, recordar lo bueno y lo malo que hemos hecho, meditar sobre la vida y sentar las bases para crear, o seguir creando, un futuro mejor. En el caso deportivo es uno de esos momentos: aunque la vorágine no se detiene, unos deportes se van dando el relevo a otros: ahora es el momento de velar armas para los pilotos de motos y coches; para los golfistas y tenistas que tienen por delante –a punto ya de comenzar– una agotadora temporada–… Recordar el pasado, indefectiblemente, nos conduce a los periodistas a la inevitable –y a veces odiosa– tentación de clasificar en categorías como las revelaciones, los mitos y los acontecimientos destacados del año que ahora termina. Sin embargo, lo que hay detrás de estos esquemas –que para nada son objetivos–, lo que finalmente queda, son los ejemplos y las actitudes: el trabajo duro, unido al talento; el afán por superarse, los momentos únicos que quedaron atrás y son, al mismo tiempo, preludio del verano ateniense que nos espera. Hay otras formas de entender el deporte: el profesionalismo salvaje, en el que todo vale para ganar. Pero sin valores humanos que lo sustenten, se convierten en egoísmo puro y duro. Meditar sobre la vida supone hacer un esfuerzo para reconocer, una vez situado el paisaje de fondo, las sutiles diferencias entre las historias personales, tantas como atletas hay: de entre ellas, para mí destacan las de quienes saben convivir con la tentación de la grandeza desde el conocimiento del lado oscuro y desgraciado de la vida, y las de quienes dejan empapar su corazón con la sensibilidad de ayudar a otros a ser mejores personas. He ahí la base para un futuro mejor, la gran enseñanza de un resumen como éste: los Juegos Olímpicos, la Eurocopa y demás acontecimientos son, ante todo, el ejemplo para que los pequeños, los que se escapan –nos escapamos– de los grandes titulares, renovemos el ánimo y fortalezcamos el espíritu. ¡Ah! Pero sin olvidar, que para eso es la Navidad, el encuentro con las raíces de nuestra cultura: la pobreza absoluta en que nace el Niño Dios. Después de todo, tal vez sea también el momento para hacer limpieza de todo lo que nos sobra: ligeros de equipaje, con lo que sólo verdaderamente importa, el camino se hace más llevadero para alcanzar, desde el trabajo diario, los deseos propios de esta época del año: felicidad y prosperidad.

Fotografía de Roberto J. Madrigal