SIN CONCESIONES
Un pavo de plástico
Por Pablo A. Iglesias2 min
Opinión21-12-2003
La Navidad no es la época para ser buenos. El que así lo piense está equivocado. Hay que obrar el bien todos los días del año. La Navidad no es el periodo indicado para ser mejores. Hay que tratar de superarse en cada paso que damos y buscar la perfección en nuestras acciones. Bien es cierto que no hay hombres perfectos, sólo existen intenciones perfectas. La Navidad tampoco es el momento adecuado para cambios repentinos o mutaciones. Y, sobre todo, la Navidad es el instante menos adecuado para aparentar lo que no somos. El capitalismo y la televisión han cambiado drásticamente y a peor el espíritu de la Navidad. Falta emoción por instalar un belén en el salón y por cantar un villancico en la Misa del Gallo. Los niños sólo piensan en los regalos de Papá Noel y los Reyes Magos mientras sus padres olvidan el nacimiento del Mesías ante la avalancha de estímulos que reciben de la gran pantalla. La conversación profunda ha dejado paso a un silencio -incómodo en muchos casos- que queda roto por el ruido que desprende la caja tonta. Las tradiciones son cada vez menos espirituales y más consumistas. En muchas casas ha desaparecido la ilusión por el 6 de enero porque los regalos también llegan el 25 de diciembre. Quienes refunfuñan de la llegada masiva de inmigrantes no protestan, sin embargo, por esta otra inmigración de costumbres. Hay quien no respeta ni las comidas y aparece en una cena célebre con un pavo de plástico. Esta Navidad quiero rendir homenaje a quienes siguen viviendo las fiestas igual que cuando eran niños. Esta es una veneración a quienes mantienen intactas las costumbres familiares, a quienes conservan la ilusión por escuchar a los niños de San Ildefonso, a quienes acuden cada 5 de enero a ver in situ la cabalgata de los Reyes Magos y a quienes sienten y se empapan de verdad del espíritu originario de la Navidad. No merecen ninguna mención quienes buscan una foto fácil en el otro lado del planeta ni quienes visten de solidaridad una visita fugaz a la tierra de la agonía y el sufrimiento. No son mejores por estar ahora en Iraq después de lo que han hecho. Una buena acción no absuelve anteriores pecados. La Navidad es mucho más que un viaje sorpresa y una farsa de pavo. La Navidad es un símbolo de paz, de amor y de vida. Por suerte, aún queda mucha gente que así lo entiende y que convierte su Navidad en un ejemplo de voluntariado y de entrega a los demás.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito