CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR
Preparar la Navidad
Por Álvaro Abellán
2 min
Opinión21-12-2003
Exceso de trabajo hasta el último momento, obligaciones consumistas, ristras de compromisos personales lamentablemente aplazados, ritos vacíos de sentido, prisas, egoísmos, intereses particulares, reproches desafortunados, los recuerdos de quienes no están, tareas pendientes, excesos en casi todo y ruido, mucho ruido sordo para no pensar demasiado. Suma de casualidades no tan casuales que traban y dificultan la única misión importante: preparar la Navidad. ¿Quién se acuerda de ella? Tantas cosas se hacen y dicen en su nombre que queda enterrada, ahogada, asfixiada, muerta. “Navidad muerta”, ¡qué contradicción! El supuestamente científico periodismo de precisión trata de encorsetar la realidad en sus categorías sociologistas y objetivantes y nos dice todo lo que se dice que es la Navidad: es decir, poco de lo que originariamente es. Dicen que los peces tienen una memoria de pocos segundos. Así parece, pues cuando golpeamos sobre la pecera huyen durante apenas unos instantes y, casi antes de iniciar la huída, ya se han olvidado y recuperan la serenidad apenas interrumpida. La del hombre, dicen, dura toda una vida; la de la humanidad, toda la historia. Cuando echo la mirada atrás, como cada año por estas fechas, recuerdo los propósitos pasados y me alegro de que cambian algunas cosas. Esta vez sí que llego a la Navidad, y me ahorro el lamento del año pasado. Llego además con tiempo para anticiparnos a las prisas y el agobio y demás críticas, como todos los años; pero llego, como nunca, con el ánimo de hacer de éstas unas fantásticas Navidades que hagan de la confianza y la serenidad un hábito para el resto del 2004. Como procuro por estas fechas: “Apago la tele, desconecto Internet y cruzo un par de puertas para charlar con mis padres. Me quedaron muchas horas por vivir en el 2003. Algunas agrupadas y fatalmente desperdiciadas. Otros ratos, la calderilla de mi tiempo, poco aprovechados. No necesito esperar al 1 de enero para aparcar la vida de otros y vivir plenamente la mía. Feliz Navidad; gracias por leerme, pero desconecte, vaya a ayudar a los suyos con la mesa, el turrón o el Belén: hagan, juntos, que ésta sea una gran Navidad. El próximo, un gran año. La suya, una gran vida. Hic et nunc: aquí y ahora”.