ANÁLISIS DE LA SEMANA
Emociona España
Por Amalia Casado
3 min
España07-12-2003
Hay quienes no vivieron aquellos años de la transición, pero que se emocionan hasta saltarles las lagrimillas cuando oyen la clásica “Libertad sin ira”, y cuando ven las imágenes de hombres y mujeres que volvían a ejercer el voto después de años y años, y cuando las Cortes franquistas aprobaron la Ley para la Reforma Política. Sienten, siento, que todo el país, las dos Españas, dejaban de serlo con gran esfuerzo y sacrificios, renunciando unos a privilegios y a la certidumbre del poder, y otros a clásicas reivindicaciones ideológicas formales, para volcarse en la construcción de algo común para todos desde lo que podría resurgir una España para todos. Verdaderamente es emocionante que nuestros antepasados pudieran lograr aquel encuentro total, respaldado mayoritariamente por los ciudadanos españoles con el “si” a la constitución: fue un punto final y el comienzo de un nuevo capítulo en la historia de España. Entonces se fue capaz de distinguir lo principal de lo secundario, se supo encontrar lo que unía y desborzar y olvidar lo que separaba. Es hermoso. Y admirable, y deberíamos sentirnos orgullosos de ello. El surgimiento de las reivindicaciones nacionalistas, secesionistas, rupturistas y separatistas que se ha producido desde entonces parece llevar a un callejón sin salida, y las circunstancias han llevado a que el punto álgido de éstas, con el Plan Ibarretxe y los resultados de las elecciones catalanas como símbolo máximo, se hayan producido simultáneamente a la celebración del 25 aniversario de la aprobación de la Constitución. Lo que hace 25 años era un punto de encuentro total entre posiciones tradicionalmente encontradas es hoy el punto de máximo desencuentro. La historia de regiones como el País Vasco o Cataluña se ha reescrito y reinventado, y hoy es el día que muchos desconocemos nuestra propia historia. Ni Pío Baroja ni Unamuno aparecen n los libros de historia del País Vasco, pero sí los nombres de etarras que han asesinado, qué importa en nombre de qué principios o exigencias. Hay que echar la mirada atrás y encontrar el punto de la historia en la que algo se hizo mal, para intentar retomar el camino acertado. Es Navidad. Y debería abrirse un debate serio, responsable y sereno, encabezado por la intelectualidad más preparada del país, sobre qué es España. Un debate que avivara la llama de la unidad, que recuperara lo que une frente a lo que diferencia y separa, aún respetándolo y canalizándolo. Un debate cuyas conclusiones abrazaran todos los partidos políticos. Si hace 25 años unos prohombres fueron capaces de concluir una de las más difíciles tareas de nuestra historia, admirada y estudiada a lo largo y ancho del mundo, debe haber herederos con voluntad para seguir escribiendo las páginas de una biografía, la de España, que es símbolo de respeto, de interculturalidad, de tolerancia y de diálogo. O nos lo creemos o nos lo creemos. Un gran reto: sin duda. Pero emociona España: un proyecto que deberá sacar lo mejor de cada uno, una oportunidad para seguir haciendo Historia.
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo