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APUNTES DE BANQUILLO

Los criticones

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes16-11-2003

Decía un profesor al poco de entrar en la Facultad que todos los problemas humanos, cualesquiera que fuesen, se podían acabar reduciendo en último término a un problema de comunicación. Problemas familiares, problemas de autoestima, problemas bélicos, problemas políticos. Todos. Quizá le faltó añadir –tal vez lo diera por hecho– que también las soluciones necesitan de mucha comunicación. También paciencia, confianza, apoyo. Así se consigue solucionar problemas como los que tuvo el bueno de Juan Carlos Ferrero en el fin de fiesta que es el Masters de Houston, de motivación. Más difícil es salir al paso de los ciegos que no quieren ver, como dice el refrán. Lo mejor es no decir esta boca es mía, antes de que sea peor: así le ocurre a Iñaki Sáez con ese tribunal popular de futboleros baratos, que sin saber de fútbol, e incluso sabiendo, atropellan con su opinión las decisiones del que las debe tomar y no espera a escuchar su razonamiento. Puede ser que el seleccionador no tenga ni idea de táctica, como dicen sus detractores, ni acierte con los cambios o lo haga tarde, como le pasó contra Noruega. Hasta ahora era humano equivocarse, y que a nadie se le olvide que se apostó por un proyecto de continuidad, tras la etapa de José Antonio Camacho. Si España no se clasifica para la Eurocopa, y aún puede, será el momento de analizar las causas y si es mejor cambiar de seleccionador. Hasta entonces, Sáez se merece un respeto. No será cuestión de insistir en la porquería que levanta el espíritu tan español de los nolacos, que no es otro que el afán por criticar, insultar y creerse más sabio incluso que el que sabe. Hoy no me faltan ganas de rajar, no puedo evitarlo: después de muchas horas de trabajo en silencio, de ser constructivo con los demás, de criticar más o menos veladamente a los ignorantes que sin tener más experiencia que tú, se limitan a criticar tu trabajo –ya me gustaría a mí que fuesen críticas constructivas, o que me dijeran qué hago mal y por qué, aparte de porque no les gusta lo que hago y cómo lo hago–, llega un momento en que si no te hundes, te hierve la sangre y te dan ganas de mandarlo todo a paseo, de que venga otro a ver si es fácil hacer lo que tú has hecho. Pónganse en el pellejo del criticado, lean, escuchen sin pestañear cómo a todo lo que uno ha hecho se le encuentra la manera de encontrarle una causa que se vuelva en contra. Seguro que educaría mejor a sus hijos, seguro que no me tangarían con ese cubata de garrafón, seguro que un inepto sería mejor gobernante que el que está. Dan asco. Con gente incapaz de ver más allá de sus narices, así nos lucirá el pelo.

Fotografía de Roberto J. Madrigal