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ACHIQUE DE ESPACIOS

Huérfano de éxitos

Fotografía

Por Nacho García BarcoTiempo de lectura2 min
Deportes02-07-2001

Algo ha tenido que hacer mal el Celta en algún momento de su vida o de su historia porque si no, no tiene explicación. La derrota en la final de la Copa sí la tiene, pero en el cómputo global de los últimos años, el fútbol está en deuda con un equipo que viste de celeste, juega como los ángeles... pero se ha acostumbrado a perder siempre. Lo de la Copa del Rey de Sevilla responde a esa magia que desprende el fútbol, a eso que le hace grande. Viste de favorito a uno de los contendientes, lo asoma al éxito y luego se va con los otros. Algo de eso le pasó al Celta el pasado sábado. Como le ocurrió al Valencia ante el Bayern en San Siro, al equipo vigués le trastocó los planes marcar tan pronto. Se vio tan ganador que no lo supo administrar, se vio tan superior que se fue del choque cuando tenía todo por delante. Eso es lo que sucede con los equipos en crecimiento, que en verdad nunca llegan a ser grandes por esos pequeños detalles. Precisamente esas pinceladas nimias, las de no ser favoritos o no entrar en ninguna apuesta, son las que hacen del Zaragoza un equipo con solera en la Copa. Suma cinco títulos. El último ha llegado en una época sísmica en la que el descenso acechó hasta la última jornada. Lo peor de todo es que el Celta comienza a escribir el epílogo de un ciclo que se va huérfano de éxitos. Algo injusto para un equipo con estilo propio, que ha transitado por los últimos campeonatos ligueros con la bandera del buen gusto por el juego y con unas maneras excelentes de entender el fútbol. Apoyado en el talento eterno de Mostovoi, Karpin, Gustavo López, el equipo de Víctor Fernández, verdadero artífice de este Celta, ha mostrado su magnífico fútbol por toda Europa. Hace dos temporadas, en la UEFA, dejó en el camino a Liverpool o Aston Villa, preludio de lo que vendría al año siguiente. Balaídos asistió enloquecido a un baile de salón al que se prestaron el Benfica (7-0) y la Juventus de Zidane (4-0). Pero como siempre, a la vuelta del éxtasis, a pocos metros de la meta, llegó la zancadilla que tiraba por tierra miles de ilusiones. Por todo eso, por todo lo que el Celta ha hecho por el fútbol en los últimos años, alguien debería guardarle un pedacito de cielo a este Celta que ahora llora otra derrota más. Y es que ni el fútbol bien hecho asegura ya un trozo de éxito.

Fotografía de Nacho García Barco