ANÁLISIS DE LA SEMANA
Veto
Por Isaac Á. Calvo2 min
Internacional21-09-2003
El veto solitario de Estados Unidos a una propuesta de resolución del Consejo de Seguridad para evitar la posible expulsión de Arafat es mucho más que eso. Demuestra la poca eficacia de un organismo internacional como la ONU que todavía vive anclada en el pasado y que no es capaz de renovarse y actualizarse a los nuevos tiempos. Que en pleno siglo XXI haya cinco países con derecho de vetar cualquier decisión aunque tenga el respaldo de todos los otros miembros es un premio que según como están las Relaciones Internacionales muchos ni se merecen. Sería muy productivo cambiar la composición del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que la representación mundial fuera más justa, pero los que ahora pueden vetar se niegan para seguir manteniendo su poder. Aunque Estados Unidos ha argumentado el por qué de su decisión -los motivos pueden ser comprensibles-, su actitud no facilita el proceso de paz en Oriente Próximo -que, por cierto, está impulsando- y la violencia se mantiene en la región a pesar de las propuestas de tregua Arafat. El ataque a Iraq no contó con el beneplácito de la ONU -a pesar del revuelo en la opinión pública mundial, no era la primera vez que algo así ocurría- y ahora Estados Unidos busca apoyos para llevar a cabo una reconstrucción del país que le está suponiendo mucho gasto en vidas de soldados y en dinero. Alemania, Francia y Reino Unido se reunieron el pasado fin de semana para abordar el tema pero no se logró un acuerdo al respecto. Habrá que esperar para saber qué ocurre y cómo. De momento, el Gobierno británico se enfrenta a la investigación sobre la muerte del científico David Kelly, aunque respira tranquilo porque un periodista de la cadena BBC ha afirmado que pudo malinterpretar las informaciones transmitidas por Kelly. En Suecia ya está detenido el hombre que presuntamente asesinó a la ministra de Exteriores, Anna Lindh. Aunque el arrestado afirma no tener nada que ver con lo ocurrido, la Policía prácticamente no tiene dudas de su implicación en los hechos. En principio, se trata de una solución rápida a un crimen que ha conmocionado a la sociedad sueca. Ojalá que las autoridades pongan los medios necesarios -protección, escolta...- para evitar sucesos como el de Lindh, o al menos, para dificultarlos.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD