ANÁLISIS DE LA SEMANA
Sufrir
Por Almudena Hernández
1 min
Sociedad21-09-2003
Lucha contra los invencibles e irreversibles achaques que el tiempo ha ido esculpiendo a golpes en su cuerpo. Últimamente siempre está a punto de caerse mientras le pide a Dios que termine su vida. Y el Dios de lo escondido parece más oculto que nunca, quizás para que veamos al abuelo así, valoremos también a golpes otras muchísimas cosas y demos gracias –gracias-. ¿Dónde están los hilos? El abuelo parece una triste marioneta, un triste niño grande, una triste sombra de lo mucho que fue una vez: fortaleza, alegría, paciencia. Tomamos una infusión de tópico de así es la vida y tratamos de seguir adelante sin comprender el contenido del sobrecito de papel. En cualquier instante se corta una cuerda y uno deja de mover un brazo; o se anudan los hilos y la enfermedad queda atada a la cabeza. Los ojos de la juventud apenas pueden ver el mucho dolor que rodea al personaje que le ha tocado interpretar en el guiñol. Con pocos años, las preocupaciones y las prioridades son otras bien distintas. Y muchas veces uno hace tonterías y se convierte en una marioneta más marioneta. Una marioneta que no piensa, que no se atreve a sentir, que gasta el tiempo en mirarse el ombligo y en buscar su propio placer, una marioneta a la que el miedo a afrontar la vida le impide aprenderse bien el papel. Y vivir, muchísimas veces, es sufrir. Pero no sólo es eso. Desde abajo la vida impone mucho más. Luego, cuando uno logra subir un peldaño, del que quizás una vez habrá de despeñarse, beberá del sorbo dulce de otro sobrecito de papel: mereció la pena.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo