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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

Ejemplo para los enfermos de cuerpo

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión14-09-2003

Juan Pablo II se quedó sin habla. Todos los medios de comunicación lo destacaron, si bien unos parecieron regocijarse, otros se apenaron y otros se abstuvieron de juzgar y quedaron asombrados. Son estos últimos los más sanos de espíritu, los únicos capaces de comprender la grandeza de vida de este Papa que nos ha tocado en gracia. Quien se regocija con la enfermedad ajena no merece comentario, pues su miseria aparece evidente, transparente tras las muecas huecas y el ruido seco de sus cuerpos desalojados de espíritu. Quienes sienten pena no acaban de comprender la grandeza de cada movimiento de Juan Pablo II. Cada palabra, distanciada de otra en el silencio propio y el aplauso de sus incondicionales, cada doloroso movimiento de su cuerpo paralizado por la artrosis, es una victoria del espíritu, un mensaje de esperanza, un compadecer con todos los enfermos del mundo. Con cada gesto del Papa se nos dice: estamos vivos; pues vivamos, cumplamos nuestra misión. Cada movimiento de Juan Pablo II recuerda que la vida y la salud no son lo mismo, y que una persona con un cuerpo tremendamente castigado puede estar llena de vida. “Eso no es vivir”, dirá alguno; “¿tú vida mueve y llena de alegría a tantas vidas como la de él?”, respondo. El Papa no sólo tiene vida para él, sino que le sobra y la regala a millones de personas en cada uno de sus viajes. Todos los que dudan de si la propia vida merece la pena, todos los inmersos en el sufrimiento, todos los que se debaten en lucha constante entre la vida y la muerte, todos los que piensan abortar, o que se plantean la eutanasia, todos los que creen que vivir es ahorrarse dolores, tienen un recado de Juan Pablo II: vivir feliz, alegre, con ganas de recorrer el mundo y dar testimonio a todas las personas, tiene que ver un poco con la salud física y el cuerpo; pero, sobre todo, la apuesta por la vida es una cuestión de espíritu. De ahí que su mensaje no llegue a las personas cuyo problema es mucho mayor que un dolor de espalda; por eso critican su labor, incapaces de comprenderla, aquellos a quienes este mensaje no ha sanado el espíritu.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach