CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR
Laboratorio progresista
Por Álvaro Abellán2 min
Opinión15-06-2003
Decía José Luis Rodríguez Zapatero que la experiencia de gobierno socialista en la Comunidad de Madrid sería un laboratorio de pruebas para que la sociedad viera lo que podía ser el gobierno socialista de la nación tras las elecciones generales del 2004. No ha pasado un mes y tal vez ni siquiera puedan los socialistas formar gobierno, pero tenía razón. Gracias, Zapatero. Gracias por prevenirnos de que este bochorno sin precedentes en la Comunidad podría pasarnos en todo el país si usted llegara a gobernar. Sucio es rellenar las listas del partido con personas corruptas -“todos sabíamos de la corrupción de estos dos individuos”, dice Leguina- sólo para ocultar las divisiones internas en la Federación Socialista Madrileña. Más sucio es echar balones fuera y no asumir responsabilidades -Blanco, hombre clave de Zapatero y amigo de Tamayo, fue quien incluyó a éste último en la lista por la Comunidad-. Lo más sucio es tratar de culpar a otros de la propia mierda. Cuando la lista de Simancas protagoniza la escena más lamentable que se recuerda en la Comunidad, se escuchan más alto las acusaciones al PP (para variar, sin pruebas) y los insultos a los diputados disidentes que su petición de perdón a los ciudadanos y a las instituciones. “Perdón”, es lo que tendrían que repetir una y otra vez. Y no “esto favorece al PP” o “esos dos individuos son despojos humanos”. Por grave que sea la acción de los diputados socialistas, recordemos que son personas y que semejantes epítetos no se han usado nunca ni siquiera con los asesinos de ETA. Pero esos desvariados insultos y acusaciones son el reflejo de la rabieta socialista. Porque no les avergüenza el espectáculo que ofrecen ni el daño hecho a las instituciones democráticas. Lo que les enfada es que van a perder el poder del que se jactaron demasiado pronto. Simancas se creyó vencedor absoluto, ciego ante la verdad de ser la segunda lista más votada. Otra prueba de las ansias de poder del PSOE. Tantas, que el portavoz del Partido Popular en la alcaldía de Madrid le tuvo que recordar a Trinidad Jiménez, cuando ésta terminó su discurso, que la lista más votada era la del PP y que la confianza del pueblo, con mayoría absoluta, no era para ella, sino para Gallardón. Otra prueba más de la ceguera democrática de los zapateristas. Ceguera que es fruto de focalizar toda la visión y misión en arrebatarle el poder a los populares y quedárselo ellos a toda costa. Sin tiempos, sin depurar el partido ni aunar criterios, sin preocuparse por los ciudadanos. El liderazgo, señor Zapatero, no consiste en agitar el brazo hasta hacer temblar al resto del cuerpo, ni en despedir o sancionar a su equipo o esconder las responsabilidades de sus amigos. El liderazgo consiste en ejercer el sacrificio personal y el sacrificio de los objetivos a corto plazo en nombre de sus tan mentados y poco ejercidos “principios”.