Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE LA SEMANA

Escaparates

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía27-04-2003

Tarde de sábado aburrida y sin un euro en los bolsillos. ¿Qué hacer? Un tranquilo paseo a media tarde conduce los pasos del españolito medio hasta uno de esos centros comerciales que han crecido como setas en todas las ciudades españolas, y, una vez en él, se impone la cruda realidad: a falta de dinero, no queda más remedio que hacer lo que los ingleses llaman window-shopping, es decir, ir de escaparate en escaparate admirando aquello que uno no se va a comprar. La cara del citado españolito medio refleja el desaliento de aquellos cuyas quejas no se escuchan, a pesar de estar dispuesto a llegar con sus gritos hasta donde haga falta. También tiene esos ojos cansados de no comprobar nunca cómo un producto se abarata. De leer en los periódicos titulares sobre grandes fusiones que benefician a mastodónticas compañías pero que, casualmente, a él siempre le perjudican. El españolito continúa deambulando entre brillantes cristales, deslizando sus pies sobre el suelo encerado. Junto a la puerta de un banco cerrado, dos individuos le llaman la atención. Uno, alto y rubio, hace cuentas con una calculadora. El otro tiene un aire pensativo y resignado. El españolito se acerca y pregunta a los dos qué les pasa. El rubio resulta ser un alemán que, alarmado por la situación económica de su país, está haciendo cuentas para llegar a fin de mes, asustado ante una posible subida de impuestos. El segundo posee un acento de elles arrastradas y, con la mirada perdida, explica al españolito que en su Argentina siguen ahogados entre suspensiones de pagos y exigencias del FMI, y que votar ya no le ilusiona porque ninguno de los candidatos que se presentan a las elecciones le da confianza. Pero el español, el alemán y el argentino no están solos en el centro comercial. Por sus pasillos abarrotados se entrecruzan personas de todos los rincones cuyos bolsillos, por desgracia, no están en mejor estado, y también se dedican a ejercitar el window-shopping. Tristes perspectivas para el comercio.

Fotografía de Gema Diego