CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR
‘Prestige’
Por Álvaro Abellán1 min
Opinión25-11-2002
El prestige, el poder, el futuro, el número 9 del G-8, el amigo de Blair, el aliado de Bush, el líder de Europa en Sudamérica y de Sudamérica en Europa. Esto busca, sueña y laude la España de aznares y quijotes, zapateros y payasos, rojos de sangre y gualdas gafados, “de charanga y pandereta”, pares de pares que velan vanamente por un “Mañana efímero”, como el hidalgo caballero de adarga en escudero, rocín flaco y galgo corredor. El soñador de una España ideal ni verdadera ni encarnada. Ni es, ni está ni lo parece, que enumeran nuestros académicos. Tanto prestige buscado a deshora en los cielos de las inopias promete y da tropiezos, caídas, choques, gigantes convertidos en molinos y fonderos devenidos en ricos reyes del público fondo de amigos. O será al revés. Pero al caso del fondo de todos, vaciado por algunos, el prestigio real y no soñado se dilapida sin que nadie se lo pida, ni lo asuma, ni lo vea, o eso parece. Porque la España verdadera es y está, aunque no parece y sí padece y me parece que perece. Y aunque parezca que todo se parece, no es igual. Dónde está la España eterna, gastronómica y viajera, trigal y frugal, húmeda y seca, continental y costera, mediterránea y atlántica, rica en pobrezas, riquezas y colores: azul, roja, verde, amarilla, celeste, blanca. Dónde los acentos y licores, los dejes que te ayuden, los de paso que de paso se quedan, los aliños de amigotes, los amantes, los amados, los amables, los amaneceres, los que tardan y los atardeceres. Dónde el prestigio ennegrecido, opacado, asesinado, plastificado, ahogado bajo la mierda del prestige. Dónde.