ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Nueva bipolaridad
Por Isaac Á. Calvo2 min
Internacional23-07-2018
Dicen que los trapos sucios hay que lavarlos en casa y que las relaciones más fuertes son aquellas en las que prima la sinceridad y se aceptan las críticas para mejorar. Así, de los momentos de crisis se sale fortalecido.
Donald Trump está poniendo en riesgo algunos de los pilares sobre los que se sustenta Estados Unidos. Cuando se es presidente de un país, aunque suene a tópico, hay que serlo de toda la población y, además, ser el principal representante de sus instituciones, aunque existan discrepancias con ellas.
Las diferencias tienen que ser resueltas internamente, no se debe menospreciar a la otra parte y aún menos ridiculizarla. Donald Trump incumplió esas tres premisas y, lo que es peor, lo hizo ante Vladímir Putin. Criticar públicamente a la CIA delante del presidente de Rusia y decir que el Kremlin no tuvo injerencia en las elecciones de Estados Unidos (que ganó Trump) es poner en evidencia a los propios servicios de inteligencia estadounidenses, pero también a uno mismo.
Rusia, en su calidad de potencia, siempre va a intentar influir en los asuntos que le interesen. Sin ninguna duda, hacerlo en Estados Unidos es una de sus prioridades, ya que cuanto más débil sea Estados Unidos más fuerte es Rusia.
Además, Vladímir Putin es de la vieja escuela, se forjó durante la etapa más oscura del comunismo, fue dirigente del KGB y estuvo destinado en la Alemania totalitaria durante la época en la que asesinaban a los que intentaban huir hacia Occidente. Por mucho que hayan pasado los años, el adoctrinamiento y el adiestramiento que recibió Putin desde muy pequeño dejan huella.
Antes de reunirse con el presidente ruso, Trump ya había cuestionado las relaciones entre la Unión Europea y Estados Unidos y también la implicación de los socios en la OTAN. Es normal que con el paso del tiempo puedan surgir rencillas entre los aliados y que cada parte intente buscar lo mejor para sí mismo, pero no conviene dinamitar acuerdos tan duraderos y fructíferos.
Las políticas y el discurso de Trump tienden a la crispación institucional interna y al egocentrismo hacia el exterior. Las críticas a los socios europeos y la buena sintonía con Putin van a generar una nueva bipolaridad entre Estados Unidos y Rusia. Ambas potencias van a actuar a su antojo, según sus respectivos intereses, sin molestarse entre ellas y sin importarles lo que opine el resto del mundo.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD