Sin Concesiones
No hay Gobierno Frankenstein
Por Pablo A. Iglesias4 min
Opinión07-06-2018
No había ganado la moción de censura y ya estaba apodado como el "Gobierno Frankenstein". Pero a Pedro Sánchez le han bastado tres días de mandato para tumbar de un plumazo la etiqueta impuesta por el PP. Desde luego, el gabinete de ministros que ha conformado el líder del PSOE no es un monstruo ni se le parece. Más que dar miedo, genera envidias. El socialista ha conseguido congregar en un mismo equipo a enemigos del independentismo, a un juez y una fiscal expertos en la lucha contra el terrorismo, a uno de los mejores científicos del país, a una fontanera de las finanzas europeas, a una realista y dialogante maestra en pensiones y ha colocado al frente como vicepresidenta a la profesora de Derecho Constitucional que negoció la aplicación del artículo 155 con el Gobierno de Mariano Rajoy. La cuadratura del círculo es imposible pero esto se le parece.
A Pedro Sánchez le han bastado tres días de mandato para desmentir el Gobierno Frankenstein
Los nuevos ministros son expertos con demostrada solvencia en cada una de sus áreas, con la excepción de un par de excentricidades dignas de la peor época de Zapatero. Casi todos llegan con sobrada experiencia para gestionar sus departamentos desde el primer día y para construir al alimón el proyecto de gobierno que Sánchez no expuso en el Congreso de los Diputados. Al contrario de lo tristemente habitual en determinados ámbitos políticos o empresariales, este presidente ha buscado a los mejores para cada puesto. Ha preferido nombrar a gente sin duda mejor que él y ha renunciado a la supuesta comodidad de rodearse de mediocres dóciles que simplemente obedecen sin pensar y sin rechistar. Seguro que Albert Rivera había soñado con alguno de estos fichajes estrella para el gobierno con el que se imaginaba en La Moncloa e incluso para las listas electorales que está tratando de elaborar para 2019 a golpe de opa hostil a exdirigentes de PP y PSOE, el mismo bipartidismo que tanto condena y que desea vencer.
Ha nombrado ministros mejores que él en vez de mediocres que obedecen sin pensar ni rechistar
El último mes de Pedro Sánchez es para enmarcarlo, pues incluso antes de la moción de censura había ratificado su visión de Estado junto al mismísimo Rajoy a cuenta de un nuevo 155 en Cataluña y había achicado el espacio a Podemos con la polémica del chalet de lujo de Iglesias y Montero. El nuevo presidente del Gobierno no gozará, como en otros casos, de cien días de tregua para demostrar si tiene el liderazgo y la visión que el país requiere en este momento. De inmediato debe afrontar retos urgentes como la aprobación definitiva de los Presupuestos Generales con los que debe culminar 2018, enviar a la UE el techo de gasto y el cuadro macroeconómico para el próximo ejercicio y empezar a elaborar las cuentas del año siguiente. Eso sin entrar en el futuro de las pensiones, el marco laboral o el desafío separatista de Quim Torra. La brevísima luna de miel está a punto de terminar y va a dar paso a la cruel realidad del día a día, en la que dispone de solo 84 diputados en el Congreso para sacar adelante sus medidas. Para cada votación necesita negociar 92 apoyos más. Conseguirlo será mucho más difícil que en la moción de censura, en la que el simple odio a Rajoy y el miedo electoral a Rivera concitó el voto favorable de populistas, nacionalistas, independentistas y filoetarras. Alguno de los fichajes sonados ha aceptado el cargo sin pensar lo que le espera en el Congreso.
La luna de miel está a punto de acabar y dejará paso a la cruel realidad del día a día
El Gobierno de Pedro Sánchez no es Frankenstein pero sí lo van a ser sus apoyos parlamentarios, cuando en el mejor de los casos los tenga. Poner de acuerdo a partidos tan dispares para aprobar medidas tan diversas sí que será un milagro. Repetir ese hito votación tras votación y semana tras semana parece misión imposible. Quizás el nuevo presidente socialista encuentre un aliado inesperado en Ciudadanos. Albert Rivera ha quedado tras la moción de censura como la novia plantada en el altar la víspera de su boda, cuando vislumbraba su triunfo electoral. La formación naranja ha pasado de ser el socio indispensable y alternativa de Rajoy a convertirse en irrelevante. Más tarde o más temprano, Rivera hará otro truco de cintura política en virtud del centrismo que encarna e intentará demostrar que Ciudadanos es un partido útil para la gobernabilidad que pacta indistintamente con PP o PSOE según interesa al país. En tal caso, recuperará protagonismo pero dará alas a Sánchez y eso implica acortar las suyas. Y detrás (o delante, según se mire) tendrá al Partido Popular con un nuevo líder creciente.
Luego quienes proclamaron el fin del bipartidismo quizás estaban equivocados. Porque hasta hace una semana gobernaba el PP, ahora gobierna el PSOE y en el horizonte parece brillar el sol para cualquiera de los dos grandes partidos democráticos de siempre.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito