ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Armada argentina
Por Isaac Á. Calvo3 min
Internacional04-12-2017
La Armada argentina ha sido protagonista en los últimos días por dos motivos que no la dejan en muy buen lugar. Uno es actual, el otro sucedió hace casi cuarenta años, pero tiene consecuencias judiciales ahora.
El primero hace referencia a la gestión que hecho la Armada argentina de la desaparición del submarino San Juan. En un principio, se dijo que no se le localizaba, por lo que se activó un protocolo en el que participaron varios países para buscar a los 44 marineros que iban a bordo del sumergible.
Como es lógico, la preocupación de las familias iba en aumento a medida que pasaban los días y no había resultados positivos. Era una operación contrarreloj, ya que en un submarino el oxígeno y los víveres son limitados. Las esperanzas se truncaron cuando la Armada reconoció que solo unas horas después de la desaparición había detectado una señal compatible con una explosión a bordo.
Los familiares de los marineros se sintieron engañados por los altos cargos militares y surgió la sensación de que se les había ocultado información y que la búsqueda había sido una pantomima. Lamentablemente, esta es una actitud frecuente en más de un Gobierno o institución: no saben gestionar los graves acontecimientos o, lo que es peor, anteponen sus intereses políticos antes que los de las víctimas y sus allegados.
Los altos cargos tanto políticos como castrenses parece que olvidan que están en esos puestos para servir al pueblo. La primera forma de hacerlo es no escatimando recursos, y, excepto en las grandes potencias, en las Fuerzas Armadas suele haber precariedad y se da la circunstancia de que soldados muy bien entrenados están mal pertrechados y manejan equipamiento con un mantenimiento que roza lo precario. Los accidentes pueden ocurrir incluso con la más moderna tecnología, pero es más probable que sucedan con materiales obsoletos.
El segundo de los casos por los que la Armada argentina ha sido protagonista es por la sentencia del tribunal que ha juzgado a los responsables de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) Alfredo Astiz, Jorge Acosta y Ricardo Cavallo. Los tres han sido condenados a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad perpetrados en ese centro entre finales de la década de los 70 y principios de los 80 del siglo XX. La ESMA era un centro clandestino donde se encerró, torturó y asesinó a miles de personas detenidas por sus ideas en contra del régimen militar. El tribunal, además, afirma que la Armada proporcionó aviones y barcos para llevar a cabo los llamados vuelos de la muerte, en los que cientos de personas fueron drogadas y arrojadas al mar desde las alturas para hacerlos desaparecer sin dejar rastro.
La sentencia, que también condena a otras personas implicadas, es un hito en la historia de Argentina, ya que hace justicia a unos años terribles donde los excesos y los crímenes contra quien pensaba diferente estaban a la orden del día y se hacían de manera sistemática y con total impunidad.
Dicen que la historia se repite, pero ojalá que tanto la gestión del caso del submarino desaparecido como los crímenes en la ESMA sirvan para aprender de los errores y para hacer todo lo posible para que trágicos sucesos como estos no vuelvan a ocurrir.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD