ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Irresponsables
Por Almudena Hernández
3 min
Sociedad03-10-2017
Las banderas españolas que ondean al otro lado de la ventana producen desazón. Duele España. Tras el símbolo de tela de la enseña se despierta un sentimiento de pertenencia dormido y que el nacionalismo catalán ha despertado estos últimos días. Pero también se despiertan los fantasmas de un futuro de enfrentamiento entre hermanos, vecinos y amigos que huelen a rancio pasado. Duele España y el 2 de octubre es especialmente triste.
El guión de una película tonta de fin de semana, de esas que alardean de patriotismo estadounidense, envuelve una frase que viene al pelo: "Quien tiene la posibilidad, tiene la responsabilidad". Pero la posibilidad, para los hombres cabales, debe ser siempre la opción por el bien. Y ahí está la tela, la de todas las banderas.
Cuando años atrás los Gobiernos regalaban competencias a los nacionalistas a cambio de apoyo en el Congreso no hicieron más que echar agua al polvo con tal de asegurar su poder egoísta. La historia está demostrando que fueron unos irresponsables.
También lo son los políticos catalanes que prohibieron letreros comerciales en castellano y encizañaron una sociedad que sabe trabajar y ser solidaria, como se vio tras los recientes atentados en Barcelona y Cambrils. También fueron irresponsables quienes impulsaron propuestas educativas de adoctrinamiento y odio a lo español, con apoyo económico (la pela es la pela) de Dios (o Alá) sabe quién. Un ejemplo tonto y superficial: lo de prohibir las corridas de toros, las de esa fiesta nacional que también se celebran en Francia y América, no fue únicamente por un hondo sentido animalista. La historia está demostrando que fueron unos irresponsables, como también lo fueron los maestros, funcionarios, deportistas, empresarios, artistas y hasta religiosos y gente de a pie que se dejó arrastrar por ello. Quien tiene la posibilidad, tiene la responsabilidad.
Y en el resto de España también hay más responsables, todos lo somos en algún grado: con nuestros mensajes en las redes sociales, con el alejamiento a esos compatriotas y la generalización. No hace tanto, un pequeño empresario catalán se quejaba de que el centralismo por el que protestaba la Generalitat se aplicaba también en la mismísima Cataluña, pues Barcelona se olvidaba de que debía atender a los ciudadanos de los pueblos más lejanos.
Duele España. Y esas banderas que ondean al otro lado de la ventana, y que en Cataluña también se visten de esteladas parecen las telas nobles de los símbolos de un país que homenajea a los suyos recubriendo los ataúdes. Como en una película tonta de fin de semana, de esas que alardean de patriotismo estadounidense. A ver cómo se arregla esto ahora.
A ver cómo se curan las heridas del corazón, cómo se tienden puentes, cómo se evita que las próximas generaciones (si no las actuales) no lleguen a las manos porque muchos, desde la política, las instituciones, los colegios y la calle, hemos echado agua al polvo. Estos lodos... A ver cómo, Dios lo quiera, nos reinventamos en la concordia de las dos Españas que supieron abrazarse en la Transición. O eso pareció. Detengamos esta locura, esta nueva pintura de Goya en el que dos hombres se golpean sin descanso. Quien tiene la posibilidad, tiene la responsabilidad. No seamos irresponsables.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo