ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Macron, mejor no confiarse
Por Isaac Á. Calvo3 min
Internacional01-05-2017
Se despejó la primera incógnita en las elecciones presidenciales francesas. Ya se sabe quiénes serán los que se enfrenten en la ronda definitiva el próximo 7 de mayo. Se trata de Emmanuel Macron (un candidato de centroizquierda, proveniente del socialismo) y de Marine Le Pen (del Frente Nacional, con ideas populistas de extrema derecha).
Ambos han conseguido imponerse al resto de candidatos. Destaca lo ocurrido con el socialista Benoit Hammon (no llegó al 7% de los sufragios, a pesar de que su partido está actualmente en el poder), con el conservador Francois Fillon (rozó el 20% de los votos y a punto estuvo de entrar en la ronda final, pese al escándalo que supuso conocerse que había colocado a su mujer y a parte de su familia en trabajos por los que cobraban un dineral, pero a los que, prácticamente, no acudían), y, por último, con Jean Luc Mélenchon (obtuvo el 16% de los votos en un animado sprint final y representa a la izquierda más radical).
El 7 de mayo, por tanto, los franceses deberán elegir entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen. La victoria del candidato centrista en la primera ronda ha sentado muy bien a la Unión Europea y a los mercados, que lo celebraron con grandes subidas. Parece que dan por hecho que Macron va a ser el próximo presidente de Francia. Sin embargo, no convendría bajar la guardia y confiarse, ya que el populismo sabe muy bien cómo azuzar los miedos del subconsciente y captar la atención de la población, especialmente de la desencantada.
De hecho, si se suman las papeletas obtenidas por ambos populismos en Francia, tanto el de Le Pen como el de Mélenchon, estos superan el 40%. Es decir, casi la mitad de los franceses votó por el populismo en la primera ronda. Y, como dice el refrán, los extremos se tocan. Y aunque uno sea de extrema derecha y el otro de extrema izquierda, tienen puntos en común en su programa electoral.
Es de suponer que, a priori, los seguidores de Mélenchon vean a Le Pen como un adversario ideológico y no le den su apoyo, pero no hay que descartar el traspaso de votos, especialmente entre aquellos que están cansados del sistema convencional y quieren un cambio radical, independientemente de quién lo protagonice.
Sin embargo, está movilización hipotética es más factible entre las personas que no votaron ni a Le Pen ni a Mélenchon. De hecho, lo normal es que los seguidores de Fillon y de Hammon apuesten por Macron para evitar que la ultraderecha de Le Pen llegue al Elíseo.
Esta situación no es nueva en Francia. En 2002 vivieron un episodio similar, cuando el conservador Jacques Chirac se enfrentó en la segunda vuelta al ultraderechista Jean Marie Le Pen, padre de Marine Le Pen. En aquella ocasión, Chirac venció claramente en ronda final, con el 82% de los sufragios.
Aun así, este ejemplo de hace 15 años tampoco debería dar mucha confianza a Macron, ya que la situación ha cambiado en este tiempo y lo que entonces parecía descabellado, ahora es posible. Y si no que se lo digan a Donald Trump, quien empezó la carrera electoral como una serpiente de verano y acabó ganando las primarias de su partido e imponiéndose en las elecciones presidenciales de EEUU a toda una veterana como es Hillary Clinton.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD