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ANÁLISIS DE CULTURA

Europa, levanta

Fotografía

Por Marta G. BrunoTiempo de lectura4 min
Cultura20-12-2016

El terrorismo ha vuelto a dar de lleno sobre la antigua y (experimentada) civilización europea. La están fracturando. De nuevo han conseguido que Europa olvide los principios que la unen para lanzarse a los cruces de acusaciones que dejan en papel mojado la comunidad política de derecho nacida para acoger la gobernanza en común de todos los Estados que la integran. Sólo han pasado 23 años. Sólo. Y parece que ya nadie se acuerda de dos años fatídicos: 1914 y 1939. No, el conflicto no surge entre ellos. Pero el que llega desde fuera lo hace para catapultar el "buen rollo".

Fallo número 1: masoquismo. Está demostrado que culparnos de la oleada de atentados que estamos viviendo en Europa no ha servido ni servirá porque la escalada comenzó el siglo pasado y desde entonces la amenaza es obvia. El masoquismo está bien como pensamiento fugaz. Después hay que lanzarse a la acción. ¿El mecanismo? difícil cuando hablamos de un grupo terrorista potente en cuanto a facilidad para trasladar sus objetivos a sus seguidores, que además juega con el beneficio de las tecnologías. Pero no imposible si la Unión Europea consigue unirse en la captación temprana de futuros planes terroristas con su misma herramienta: las nuevas tecnologías. 

Fallo número 2: El líder de Alternativa para Alemania (AfD), la extrema derecha del país, dice que las víctimas de Berlín son “los muertos de Merkel”. Lo dice horas antes de desmentirse que fuera el refugiado de origen paquistaní. Sin acuerdo interno sobre algo tan serio, ¿cómo puede haberlo a nivel supranacional?

Fallo número 3. La Unión Europea como organización política es de difícil conceptualización. La premonición de Winston Churchill en 1946, en la que hablaba de una “especie de Estados Unidos de Europa” era  un juego de niños. La idea ya la desechó Thatcher como locura en su famoso discurso de Brujas de 1988. En los asuntos más económicos y comerciales ha abierto la puerta al comercio y prosperidad. Pero no está claro que sea el ejemplo de la supranacionalidad en términos políticos. En este sentido quizás se parezca demasiado a la fracasada Sociedad de Naciones de Wilson. 

No existe la comprensión y tolerancia que antaño creímos lograr
Fallo número 4. Creer que el cosmopolitismo era el logro europeo del siglo XX. No existe la comprensión y tolerancia que antaño creímos lograr. No existe una cultura europea supranacional tras el Brexit y las diferencias entre los países del norte y del sur. No hay que olvidar que Francia ratificó el Tratado de Maastricht con una escasa mayoría, y eso que era una de las que más a favor estaba de la Unión. Lo mismo ocurrió en Dinamarca, donde fue necesario un segundo referéndum. En Reino Unido fue necesaria hasta una amenaza electoral para que el Parlamento diera el visto bueno. 

¿Cuál es la solución a esta descomposición? Quizás lo más sensato sea tender hacia más globalización, un término que cada vez gana más adeptos. El último barómetro del Real Instituto Elcano sitúa su aceptación mucho mayor ahora que hace once años. Aunque la frase "Las organizaciones internacionales están quitando mucha capacidad de decisión al gobierno nacional" ha tomado fuerza, no está claro si de forma negativa o no. 

Han ocurrido demasiados acontecimientos en los últimos 15 años. Hoy estamos en un punto distinto al de 2001
 Han ocurrido demasiados acontecimientos en los últimos 15 años. Hoy estamos en un punto distinto al de 2001. Este mismo barómetro refleja que la llegada de refugiados y de inmigrantes a Europa es, junto con el paro, el principal desafío al que se enfrenta la Unión Europea hoy. Por encima del terrorismo incluso. La firmeza y sangre fría deben determinar lo que ocurra a partir de ahora. Con consenso entre las partes. El problema es cuando esas partes comienzan a estar plagadas de populismo. El problema es cuando lo pagan los inocentes. Recomiendo el documental Cascos blancos, de Netflix. No. Los civiles sirios no tienen la culpa. Hay que controlar las fronteras, pero el problema no está en los refugiados. No. La radicalización lleva años en suelo europeo. 

 Algunas teorías sitúan como opción una “Sociedad de naciones” al estilo de la propuesta por Immanuel Kant: con un acuerdo voluntario entre los firmantes y con estructura federal parecida a la de los Estados Unidos y la Unión Europea, con la continuidad de la soberanía de las naciones. Es la seguridad colectiva la que está en peligro, sin acabar con la libertad como derecho básico del ser humano. Luchar contra una amenaza diseminada por todo el mundo es costosa. Sólo el esfuerzo de muchos, sin interferencias, dará la clave, con las Naciones Unidas realmente interesadas en lo que está pasando y capacidad de decisión. Podemos seguir pensando que es un sueño utópico o trabajar en ello. Si no, ganarán ellos.

Fotografía de Marta G. Bruno

Marta G. Bruno

Directora de Cultura de LaSemana.es

Licenciada en Periodismo

Estudio Ciencias Políticas

Trabajo en 13TV

Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press