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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Agarrado a la brocha

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura3 min
Sociedad12-10-2016

Hace un tiempo, allá por 2010, un joven pintaba las humildes instalaciones de un seminario en Haití y así le sorprendió el tremendo terremoto poco antes de las cinco de la tarde. Aquella catástrofe se llevó la vida de más de 300.000 personas, otras tantas quedaron heridas y alrededor de dos millones de almas quedaron sin hogar en un país de apenas 15 millones de habitantes ya golpeado por la pobreza y la desesperación. 

El joven contaba a unos amigos que se sentía protagonista de un auténtico milagro, porque el edificio se derrumbó ante él y se quedó agarrado a la brocha como quien se aferra a un salvavidas. Hasta cinco años pasaron los seminaristas haitianos viviendo en tiendas de campaña, como los miles de compatriotas que aún estaban en esa situación hace apenas una semana, cuando el huracán Matthew arrasó el suroeste del país. 

Las pocas y básicas infraestructuras con las que contaba la zona han quedado destrozadas y las asistencias apenas pueden hacerse una idea de la magnitud humana del desastre. Hay centenares de muertos, un millar, de momento. La falta de agua potable y alimentos convierte a los haitianos en el objetivo de enfermedades, que pueden hacer aumentar el número de víctimas en estos días. Además, es difícil retornar a la realidad entre el fango y los escombros. Se calcula que entre 300 y 500 colegios están destruidos, y muchos de ellos no ofrecen su actividad porque se están utilizando como albergue.

Las ong piden ayuda humanitaria urgente para aminorar los daños de Matthew en una población que no levanta cabeza. Pero ya se sabe qué ocurre con estas cosas. Tras el impacto inicial de información (por cierto ¿dónde está el 'prayforHaití' viral en las redes sociales?), llegan los primeros kits de ayuda que quizás no acabarán en los más necesitados por la imposibilidad de distribución o por que quienes más pueden más se quedan. Como siempre. 

Así no hay manera de que los haitianos levanten la cabeza. Lo más que tendrán, dentro de unos años, será el recuerdo de sus seres queridos enterrados en fosas comunes y un techo de hojalata. Para entonces, muchos recordarán algunos milagros, como el del seminarista que salvó su vida en enero de 2010 cuando pintaba la fachada de su casa. Pero Haití necesita mucho más que ayuda divina y de eso todos somos responsables.

En unos días, pronto, las imágenes de la desgracia dejarán de atragantarnos la comida. El 'prayforHaití' será una buena intención de unos pocos y el país caribeño y su futuro apenas interesará al mundo porque Haití no es un pez gordo del comercio, ni del petróleo ni del turismo. Además, seguro que en un tiempo, dada su ubicación, un nuevo desastre volverá a ofrecer por satélite las imágenes lastimosas de este país agarrado a un salvavidas imaginario. Tan penoso es como para quedarse de brazos cruzados?

Así algunas formas para ayudar a Haití:

Fondo de Emergencia de Cruz Roja

Cáritas con Haití 

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo