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ACHIQUE DE ESPACIOS

Ponga un `traidor´ en su equipo

Fotografía

Por Nacho García BarcoTiempo de lectura2 min
Deportes29-09-2002

No se equivocaba un director de equipo, que prefirió mantenerse en el anonimato para no echar más leña al fuego, cuando en plena revolución del Kelme vino a decir algo así como: "No haría mal Belda en proteger a Aitor. Él es quien le puede ganar la Vuelta". Más razón que un sabio. No fue una declaración ventajista, sin ir más lejos porque la hizo cuando Roberto Heras se paseaba en las etapas de montaña y para el podio sólo aparecían en portada los favoritos: Beloki, Sevilla y el propio Heras. Por eso, cuando Aitor González cruzó la meta situada en el Estadio Santiago Bernabéu, sólo él y sus más allegados entendieron su rostro exultante de felicidad y, sobre todo, su gesto de rabia inusitada, con el brazo derecho en alto. El corredor más polémico del equipo Kelme, el ciclista más protagonista de esta Vuelta, se la llevó a lo grande, por la puerta real de Chamartín, adjudicándose la victoria de etapa y robándole a Roberto Heras el que hubiese sido su segundo triunfo general en la ronda española. Heras, grande otra vez su carrera, ha vuelto a suspender su asignatura eterna: la contrarreloj. Mejorar contra el crono fue el objetivo que se marcó el bejarano y los directores de su equipo, US Postal, cuando Armstrong se lo llevó a sus filas. La mejora apunta, pero está por llegar y, mientras tanto, Heras sigue dejando ciclismo del bueno cuando las etapas de montaña aparecen. En esta vuelta fue suyo el protagonismo en la cima del Angliru y en La Covatilla, en su Béjar natal. Pero fue ahí donde debió darle la puntilla a Aitor y no lo hizo. Con una ventaja de 1´08", Aitor González vio el cielo abierto y la oportunidad de su vida para dar un gran golpe y para callar muchas bocas. El agrio enfrentamiento con su compañero Óscar Sevilla provocó un cisma en el equipo alicantino. Le tacharon de traidor, de querer hacerle la cama a su jefe de filas. Nada más lejos de la realidad. Independientemente de las órdenes de Vicente Belda, Aitor sabía que estaba fuerte, con ganas, pletórico para hacerse con un hueco entre los grandes. Y así lo ha demostrado: se ha apuntado la Vuelta Ciclista a España del 2002 como sólo lo saben hacer los mejores, con una victoria en la última etapa. Hoy ya es algo más que un traidor. Es el ganador, con mayúsculas.

Fotografía de Nacho García Barco